CARDO MÁXIMO

Media y agua

La Junta quiere que todos esos modernos de Masterchef viajen atrás en el tiempo

Los bares deberán ofrecer agua a todos los comensales ERNESTO AGUDO
Javier Rubio

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La Junta de Andalucía, a falta de acción de gobierno digna de tal nombre, se convierte en una fuente inagotable de temas para los articulistas, incluso para los que completan la jornada laboral desde casa meditando o rezando el rosario, que digo yo que puestos a explorar la vía contemplativa como complemento del horario de trabajo, supongo que nadie planteará obstáculos al funcionario que alegue que su meditación la hace ante el Santísimo expuesto. ¿O sólo va a valer la «new age» y lo que la dictadura de lo políticamente correcto prescriba?

Bueno, pues estábamos entretenidos con esta pamema con la que los gestores políticos le toman el pelo a los magistrados del Constitucional y se chotean del resto de asalariados, cuando el periódico nos trae otra ocurrencia que pide mármol a voces: los bares tienen que proveer de agua gratis a los comensales como medida de choque contra la obesidad. Ya ven ustedes las vueltas que da la vida. Sin proponerlo, ¡hemos vuelto al búcaro! En mi infancia —en vida del dictador para acotar el tiempo de una vida—, el tránsito de niño a chaval no lo marcaba ni el uso de razón ni la primera comunión, sino ese viaje iniciático que iba de pasar por la vergüenza de pedir un vasito de agua asomándose de puntillas a la barra del bar a la gallardía de echar un trago, sin chupar ni mojarse, del búcaro indefectiblemente junto al espacio reservado para camareros y a cuya vera había un platillo con las moneditas (sobre todo, rubias, raramente un duro) con que el sediento agradecía la deferencia.

Luego, como pasó con tantas veneradas costumbres, arrinconamos el búcaro y nos pasamos a la tortura del agua embotellada más cara que la gasolina. ¿Dónde habrá quedado aquella guasa con que el camarero baqueteado embromaba al incauto comensal: «Para beber, agua del Ayun»? Y en cuanto el cliente despistado replicaba que no hacía falta traer de tan lejos como el Sahara, el hostelero le daba el corte de que era agua del grifo, de la que sirve el Ayun...tamiento. Con tantos melindres con los que nos andamos, lo mismo ese cachondeíto fino también estará prohibido.

A veces, da la impresión de que la Junta se quiere poner muy moderna con algunas cosas como con el «mindfulness» pero muy rancia con otras, como con las medias raciones. Ay, si hace décadas que se cayeron de las pizarras de los gastrobares, donde el camarero, vestido —«camicia nera»— como si fuera a marchar sobre Roma, que te ofrece agua del Aaiun o de un glaciar del Himalaya no acierta a concretar el tamaño del «platito» en el que te van a servir esa tapa tan rebuscada más abundante de palabras que de ingredientes. Y la Junta quiere que todos esos modernos del Masterchef viajen atrás en el tiempo: a la media de riñones al jerez y al vasito de agua para el niño. ¡No hay quien se lo crea!

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