OPINIÓN

Cuando el taxi o el deportivo del tito Antonio ya no molan

A mí lo que me chirría es el endeudamiento para una fiesta que se puede montar de muchas maneras y ser igual de memorable

Si hay algo que siempre me ha llamado la atención es la evolución de las celebraciones y la magnitud que alcanzan a medida que pasa el tiempo. Hablo las «BBC» por supuesto, bodas, bautizos y comuniones (y si nos vamos allende los mares también podríamos ... incluir la celebración de las quinceañeras y otras fiestas similares). Aunque centraré mi diatriba en las comuniones, ya que estamos en época de celebración de las mismas. Pues bien, los desayunos o meriendas en casa pasaron a ser comidas familiares «en la calle», es decir, las familias se iban a echar día en el restaurante mejorcito del barrio.

Al principio la familia directa y luego si acaso algún primo segundo, vecino o amiguito cercano, y para de contar. Los regalos también eran sencillos, el intercambio de la estampita por alguna moneda o sobre con algún «billetito» y como mucho la Nancy de comunión, el joyero, el reloj o la pluma. A medida que mejoraba la economía familiar, ya nos podíamos encontrar entre los regalos con la bicicleta y el patinete, o quizás con las primeras consolas de videojuegos o algún que otro elemento tecnológico. En ese día tan especial se permitían llevarte en un taxi (para no manchar los trajes por supuesto), o en su defecto, que el tito Antonio, que era el soltero de la familia «bien colocao», lavara su coche deportivo, (que con un poco de suerte era un Ford de «los chulos»), y te llevara en la parte de atrás como un dignatario extranjero. Actualmente todo eso se ha perdido, lo de celebrar en función del presupuesto familiar me refiero, ahora si no se tiene; se busca, ojo que no digo que lo haga todo el mundo, pero sí son cada vez más las historias que llegan a mis oídos en las que se ha pedido un préstamo para celebrar una boda o una comunión, que en caso de las últimas ya vemos mini bodas en vez comuniones, lo digo por el viaje a la Warner o a Euro Disney incluido.

Todo esto aparte de la crítica de los más conservadores de que dónde va la gente montando tanta parafernalia para celebrar un sagrado sacramento como es recibir la primera comunión, que digo yo que el matrimonio es otro sagrado sacramento y la gente no critica tanto que luego uno se vaya a Punta Cana a celebrarlo. Pero, claro, todo lo que tenga niños de por medio hay que hilarlo más fino, y mirarlo con más bajo la lente de una lupa. Es verdad que es chocante el vídeo ese que rula por ahí en el que a una niña de comunión le regalan unos vapers, es como poco desconcertante, pero fuera de contexto no sabemos si es una broma familiar reflejada en un vídeo desafortunado o no, quién sabe. Luego vemos las imágenes de un chiquillo que quería ir en tractor a su comunión y la afamada carroza de cuento de hadas que trasladaba a la iglesia a una niña en la capital gaditana.

Ambos transportes han recibido algunas críticas tibias por lo exagerado de los mismos, pero que sin embargo, en la mayoría de las opiniones solo han tenido palabras bonitas ante el gesto de las familias por cumplir los sueños de sus hijos, porque ¿qué mejor edad para ir en una carroza de cuento de hadas, que a los diez años que aún se tiene ilusión? El taxi o el deportivo del tito Antonio ya no molan, pero si el niño es feliz… ¿A quién le importa el resto? A mí lo que me chirría es el endeudamiento para una fiesta que se puede montar de muchas maneras y ser igual de memorable, pero allá cada cual con sus cosas. Como siempre digo: con la cuchara que cojas es con la que vas a comer.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios