Presupuestos expansivos

Al final lo de los presupuestos expansivos no es más que marketing. Con lo bien que sufríamos antes en silencio

Lo mismo usted no se acuerda, porque la memoria –además de caprichosa– es selectiva y no se anda con rodeos a la hora de actualizarse, pero en los años ochenta ya sabíamos que el agave americana tenía un alto poder cauterizante. Lo sabíamos, claro, porque ... el padre Mundina, el cura de las plantas, lo mismo nos hablaba desde el televisor de geranios que de calabacines, cuando aún no habían aterrizado los adanes de los huertos ecológicos y las tomateras en los balcones. A mí, el padre Mundina me aburría soberanamente, pero en aquellos años en los que no había otra escapatoria, me tragaba su programa porque a mi abuela le parecía lo más interesante de la programación, junto con el de Félix Rodríguez de la Fuente y el de Pedro de Lorenzo, ‘Los Ríos’ que llegó a ser tan popular que incluso sacaron una colección de libros, espantosamente ilustrados, que estaban en todas las bibliotecas escolares. Nada que ver, por supuesto, con ‘La patrulla canina’ y mucho que ver, por supuesto, con mi miedo a los animales, mi desdén hacia las plantas y mi inoperancia geográfica. Al fin y al cabo, todos somos producto de la televisión que hemos visto.

Pero gracias al padre Mundina, sabía que las agaves americanas –esas plantas que ha visto usted mil veces en Santa María del Mar y a las que nunca prestó atención– tienen propiedades cicatrizantes. Lo que no sabía era lo de las almorranas y, mire por dónde, esta semana no se habla de otra cosa. No de las hemorroides, claro, sino del uso terapéutico del exorno de la playa. Ahora ya somos botánicos, además. Y todos sabemos que las púas del agave se guardan en un pañuelo y, una vez secas, se convierten en un ungüento milagroso que sirve como cataplasma y que, en infusión, tienen propiedades maravillosas para el estreñimiento, la flatulencia, la indigestión y para todo lo contrario, las diarreas, los cólicos, la retención de líquidos… sirven como purgante y como diurético, y corrigen el tránsito intestinal. Total, que el agave es lo más; porque también se utiliza para producir tequila, mezcal, para lavar la ropa negra, para fabricar telas, bodoques, ¿cómo no se nos había ocurrido antes? Todos preocupados por el tráfico, por el aparcamiento, por lo mal que funcionan los autobuses urbanos, por la vuelta al cole, por la subida de la luz y por todas esas cosas chungas, y resulta que teníamos la solución a nuestros problemas en los matojos de Santa María del Mar.

Pensaba esto mientras nuestro alcalde nos contaba que nuestra ciudad ha reducido su deuda viva –me encanta la adjetivación– hasta tal punto que «básicamente, hemos sacado al Ayuntamiento de Cádiz, en materia económica, de la ruina». Lo hacía en una rueda de prensa a la que llegó, y se sentó, con gafas de sol, como los grandes artistas –la Pantoja, por ejemplo, siempre comparece ante los medios parapetada tras sus gafas de sol– y acompañado del concejal de Hacienda quien afirmó que la magnífica noticia –que lo es– constituye «un cambio de paradigma». Algo que debe ser bueno, lo del cambio de paradigma, porque los tres millones de remanente nos van a permitir contar con unos presupuestos «expansivos» que, por lo visto, es el próximo objetivo. Reducir la deuda «no ha sido sencillo» como dice nuestro alcalde, ni tampoco ha sido imposible, dado el ritmo de ahorro y de poca inversión que nos ha permitido tener el Ministerio de Hacienda hasta ahora. Dice nuestro alcalde que «ya no hay tantas gambas, ni tanto autobombo, ni ese tipo de cosas» y que, hasta el momento y durante el tiempo que lleva como alcalde, se ha invertido de forma sensata – «es cuestión de prioridades»– en el carril bici, en la peatonalización del paseo marítimo, en la reurbanización del Campo del Sur, y que gracias a este esfuerzo, a esta manera de hacer política, se van a poder acometer proyectos tan importantes como «el parque de la muralla», «el parque del cementerio» –no, por favor, otra vez no–, o el equipamiento del teatro del parque. Ahora somos un ayuntamiento más saneado, como decía el concejal de Hacienda «somos fiables, solventes. Eso nos avala y por fin podemos pensar en ser más expansivos».

Suena muy bien lo del presupuesto expansivo. Porque suena a bueno, a todo lo contrario de cerrado, introvertido, contractivo, porque suena a futuro. Señoras y señores, tendremos unos presupuestos expansivos, los tengamos cuando los tengamos. «Estamos aquí para derrotar a la naturaleza» –decía el senador Onésimo Sánchez al que tan bien conocía García Márquez–. «Ya no seremos más los expósitos de la patria, los huérfanos de Dios en el reino de la sed y la intemperie, los exilados en nuestra propia tierra. Seremos otros, señoras y señores, seremos grandes y felices».

La mayoría de las plantas de agave americana tienen un aguijón terminal muy duro y con púas en cada una de sus hojas. La talla de estas especies hace que los espolones queden a la altura de los ojos del que pretenda arrancarlas; el picor que provoca puede llegar a ser letal y el oxalato de calcio que contiene el jugo de las hojas puede causar graves reacciones en la piel, con aparición de pústulas ardientes y supurantes.

Al final, lo de los presupuestos expansivos, para que usted lo sepa, no es más que marketing. Con lo bien que sufríamos antes las hemorroides en silencio.

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