Hoja Roja

Tiempo de camaleones

«¿Qué pasa en Cádiz? Que somos unos frikis, eso es lo que nos pasa. Una definición que nos viene como anillo al dedo, solo hay que repasar las noticias de la semana, dimisión del concejal incluida»

No sé de dónde nos viene esta afición por la cultura del Sol naciente, ni por qué aquí, justamente aquí, donde los atardeceres más hermosos del planeta se conjuran cada noche para inspirar a poetas –soy cursi, ya- y cobijar amores furtivos, tenemos este apego por la cultural nipona que se celebra en el Festival Manga, antes conocido como Salón del Manga. Bien es verdad, que de noveleros que somos, hemos llenado nuestro acervo popular –y el otro también- de citas ‘tradicionales’. Ya sabe usted lo interesante que resulta la clasificación cronológica gaditana de los eventos; cualquier cosa a los dos años se convierte en ‘tradicional’, y a los cinco obtiene el superior rango de ‘de toda la vida’, rango que no implica necesariamente una permanencia en el tiempo, porque también somos muy aficionados al donde dije digo, y al torres más altas han caído.

Cayeron los Conciertos de la Libertad como cayó la Velada de los Ángeles, las gymkhanas del Doce o las barbacoas, que eran cosas como muy genuinas de aquí, y sin embargo, sigue en pie y caminando con paso firme esto de los japoneses ‘konichiwa’, que ya van a cumplir trece años sin que la adolescencia impertinente les haya afectado demasiado.

Yo no lo entiendo, la verdad. Pero que no lo entienda no me autoriza a criticarlo por criticar –soy derrotista, pero me estoy quitando–. La gente sabrá lo que hace, y hay gente –no hace falta discutirlo– ‘pa tó’. Gente que se viste de cebra o elefante y lo llama kigurimi y gente que hace barquitos de papel y lo llama origami. Gente que se divierte, al fin y al cabo. Porque como en todo, hemos hecho la versión ‘gaditana’ de un fenómeno extendido entre jóvenes y no tan jóvenes. Solo hay que ver la capacidad de convocatoria que tiene el FEMANCA y el amplio programa que proponen. Talleres de varitas mágicas, de huevos de dragón, de katanas –mi favorito-, de plástico mágico… junto a tradicionales talleres de peluches o de marionetas, que conviven con concursos de Cosplay –de disfraces de toda la vida- y el fantástico ‘Frikis de la Costura’ o ‘Esta frikada me suena’.

Y es que no todo es Japón en este festival. Harry Potter y Juego de Tronos conviven con el Jedi y Mario Bross. Cosas de frikis. De frikis que se casan –las bodas son uno de los servicios más demandados-, y que, desde este año, también pueden divorciarse, bautizarse, hacer la primera comunión y hasta morirse tan frikimente. De aquellos siete mil quinientos asistentes de 2006 a los veinte mil peregrinos del año pasado hay material suficiente para hacer un estudio, que quizá de respuesta a una pregunta que está en el aire «¿Qué pasa en Cádiz?».

Que somos unos frikis, eso es lo que nos pasa. En el buen sentido de la palabra, claro, en esa acepción que designa a los «individuos que presentan comportamientos o actitudes que se salen de lo convencional, y lo reflejan, entre otras cosas, en una forma de vestir a veces inusual o pintoresca». Una definición que nos viene como anillo al dedo, solo tiene que repasar las noticias de la pasada semana, -dimisión del portavoz municipal de Ciudadanos incluida- y confirmar que somos -¿cómo decirlo?- bastante peculiares, de palabra, de obra y hasta de omisión.

El representante de la Asociación de Comparsistas se levantó el pasado martes de la mesa del Patronato para «no ser partícipe de las tropelías que se están haciendo con este Concurso», y lamentaba que «llevábamos muchas propuestas, pero otras asociaciones ya habían pactado sus decisiones conjuntas para dejar el COAC tal y como estaba». Pues sí, más de lo mismo. El Parlamento de Andalucía aprobaba esta semana la declaración del Teatro Romano como Bien de Interés Cultural, sin tener en cuenta un nimio detalle, una tontería de nada: la declaración no contempla la reactivación de las obras de recuperación del conjunto arqueológico. Sin dinero es un pa ná. Nuestros pobres valen más que los pobres del otro lado, es decir, nada. Los comerciantes se dan cuenta ahora de que no da tiempo de hacer un pliego en condiciones para la iluminación de Navidad y ya piensan en el año que viene, que da igual que da lo mismo. El museo del Carnaval que, desde el pasado mes de marzo, cuenta con el 1,5 Cultural, debería estar a estas alturas casi para inaugurar, pero…

Nos consuela que es mal de muchos, que no es exclusivo de este rincón. Criterio friki para todo; la precampaña, la exhumación de Franco, las gloriosas declaraciones del alcalde de Madrid, las mejores frases de Isabel Díaz Ayuso, el ‘Sálvame Banana’, la enana ucraniana, las lavadoras para toda la vida, el sueldo de la mujer de Puigdemont… el boicot a la última película de Amenábar, en fin. Que tenemos para elegir.

Por eso, y como no me siento muy nipona, prefiero hacer el friki en otra parte. En San Fernando, por ejemplo, que el viernes organizó un avistamiento nocturno de camaleones con el aforo completo desde una semana antes. Como ensayo de lo que se nos viene encima no está nada mal, que ya lo cantaba el coro ‘camaleón que cambias de chaqueta, camaleón que cambias de color…’. Se aproximan tiempos de camaleones. Ya lo verá.

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