Fernando Sicre Gilabert - Opinión

El programa de gobierno y la tinta indeleble

Podemos enfocar nuestra atención en Islandia, país en el que las decisiones políticas en perjuicio flagrante contra el pueblo, están penadas penalmente

Fernando Sicre Gilabert
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Dicen algunos que en España las leyes no se cumplen y los procedimientos se los saltan. Lo achacan a la forma de entenderse la vida en el arco mediterráneo. Con esos antecedentes que podemos decir de los programas electorales y de la obligación que asumen sus proponentes, en relación con su cumplimiento para el caso de que gobiernen. Sí el candidato a la presidencia propone un determinado programa, es porque pretende contratarlo con los electores. Decía Hobbes que al contrato en el que uno de los dos cumple su parte y el otro promete cumplirla, se le llama pacto. El pacto se refiere a cosas posibles y futuras. Obligarse a lo imposible es contrario a la naturaleza de los pactos.

Y por último recalca el filósofo que los pactos hay que cumplirlos. Su incumplimiento es llamado injuria y el incumplidor delincuente. Y aunque el incumplimiento daña a la víctima, la injuria no se comete contra la víctima, sino contra el Estado. No es preciso retrotraernos a final del siglo XVI, podemos enfocar nuestra atención en Islandia, país en el que las decisiones políticas en perjuicio flagrante contra el pueblo islandés, están penadas penalmente. Excuso decirle que en un programa electoral, ningún político asumirá políticas imposibles de cumplir, que perjudican ostensiblemente a la población o que suponen un coste desmesurado y que nadie en su sano juicio propondría. Debe ser que esa isla se encuentra cerca del círculo polar ártico y por lo tanto en las antípodas del llamado arco mediterráneo.

El compromiso de programa del PSOE se descalifica por sí sólo. Documento de corte mediterráneo, altanero y demagógico. Basta con leer los cuatro folios introductorios, que anteceden al llamado programa para un gobierno progresista y reformista. El sectarismo de su redacción, solo es equiparable a la imposibilidad de su cumplimiento. Comienza diciendo ese ‘papelucho’ que los cuatro años de gobierno habido, «de espaldas a las necesidades de los ciudadanos, de promesas negadas, de compromisos incumplidos, de supresión de derechos, de extensión de la pobreza y de pérdida de esperanza…». Olvidándosele decir que el programa que ahora se critica, tuvo que ser conformado sobre una base falsa, la de la cifra de déficit de ese año 2011.

Y sobre la flagrante y abultada falsedad, que lógicamente debe ser considerada como un axioma, entendido éste como una proposición que se considera «evidente» y se acepta sin requerir demostración previa, se dispuso un determinado cuadro macroeconómico, que justificaban todas las medidas de índole económico, que lógicamente terminan teniendo repercusiones sociales. Al PP se le olvidó la ubicación geofísica de España, inmersa en el mundo mediterráneo desde la época fenicia y -supongo- pensó que la cifra era cierta. La evidencia que supuso el cierre y liquidación del ejercicio presupuestario de 2011, demostró al poco tiempo lo incierto de todo ello. La desviación de la cantidad era de más del 3,5%. Con lo que hubo que modificarlo casi todo para hacer frente al llamado desaguisado ‘zapateril’.

Sólo un dato, los pretendidos socios de gobierno del PSOE son los mismos que han hecho que Grecia se encuentre una vez más en recesión. Son los que han admitido un incumplimiento flagrante de su propio programa de gobierno, para que Europa, el FMI y los llamados mercados sigan financiando al Estado helénico. En España es imposible cumplir el pretendido programa que exhibe Sánchez. Y para colmo dedica cinco palabras al gran problema del separatismo: “desarrollar concepto de Estado federal”. Y no se le cae la cara de vergüenza a este más que caradura.

Hoy no se precisa la tinta indeleble para asegurarse que los documentos se eternicen. Sánchez ha sembrado odio en media España y eso queda grabado con el fuego eterno.

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