Julio Malo de Molina - ARTÍCULO

Primavera portuguesa

Adorable Portugal: la humilde generosidad de su gente, las primorosas ciudades históricas

Julio Malo de Molina
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Adorable Portugal: la humilde generosidad de su gente, las primorosas ciudades históricas, los bosques frondosos y esas dilatadas playas atlánticas. Un amanecer de 25 de abril de 1974 desde allí nos llegó el perfume de una alegre primavera. Las noticias al principio resultaron confusas, un golpe militar por lo general produce temores y la prensa española informaba de manera confusa. El desconcierto se diluye cuando pudimos ver imágenes en las cuales pendían claveles rojos de los fusiles, y una muchedumbre abrazando alborozada a los soldados que así mostraban cómo esas armas no causarían más muertes; muy al contrario las flores que las adornaban anunciaban que iban a ser utilizadas para instaurar un régimen de justicia y libertad. La canción ‘Grándola, Vila Morena’ del cantautor progresista Zeca Afonso, trasmitida en la madrugada por las emisoras de radio, fue la señal para que las guarniciones salieran de sus cuarteles y así desencadenar un movimiento organizado por jóvenes oficiales disconformes por su participación en guerras coloniales y dispuestos a recuperar la democracia.

Poco después el dictador Marcelo Caetano y sus colaboradores partieron al exilio, los presos políticos salieron de las cárceles en olor de multitudes, regresaron eufóricos los exilados; y los siniestros miembros de la policía política PIDE, equivalente a nuestra BPS más conocida como «la social», fueron detenidos para ser juzgados por sus crímenes.

Luego llegó el gobierno del coronel Vasco Gonçalves, que se propuso crear un Estado de socialdemocracia avanzada. Se nacionaliza la Banca, así como las empresas energéticas, y las grandes fincas para iniciar un proceso de reforma agraria. Se plantea un ambicioso plan de vivienda pública liderado por los arquitectos Nuno Portas y Alvaro Siza. Los poderes fácticos presionan al general Spínola, presidente de la República, para que se oponga a las reformas, pero los líderes del Movimiento de las Fuerzas Armadas sustituyen a Spínola por el general Costa Gómes que apoya con firmeza las medidas del gobierno. Desde Estados Unidos se expresan temores de que Portugal se convierta en el primer país de la OTAN con un gobierno de la izquierda radical. Aunque se trataba de una coartada para hostigar a la democracia portuguesa temida por el Poder Financiero como modelo alternativo que pudiera extenderse por Europa, y sobre todo contagiar a España donde ya se preparaba una «Transición» controlada. Presionados por los americanos y por la Banca, las fuerzas políticas conservadoras alientan tensiones que acaban por derrocar al gobierno progresista de Vasco Gonçalves, una historia triste de lo que pudo haber sido y no fue. Desde España compartimos ese sueño, visitando con frecuencia al Portugal bullicioso, libre y reformista de los años 1974 y 1975, mientras nuestros políticos firmaban pactos de silencio.

El pasado lunes se celebró el 42 aniversario del cambio democrático, jornada que en Portugal se continua celebrando mediante una colorida y eufórica fiesta nacional. Sorprende leer algunas crónicas interesadas que califican de radicales a los valerosos líderes de aquel movimiento contra la guerra, el despotismo y la pobreza. Fueron jóvenes militares que se habían enfrentado al odio y a la muerte en los sangrientos combates coloniales de Angola y Mozambique; el horror hizo que un deseo de paz y justicia prendiera en sus generosos corazones y consiguieron levantar un sistema socialdemócrata que ahora las fuerzas liberal conservadoras tratan de aniquilar, frente a la resistencia de muchos pueblos del sur de Europa que se han venido pronunciado en las urnas contra las leyes del mercado y de la competitividad.

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