Nico Montero

¿Vacunas voluntarias?

¿Se puede dejar al libre albedrío algo en lo que nos jugamos tanto?

Nico Montero

En los últimos días se van sumando vacunas a la propuesta de soluciones a una pandemia que nos ha dado un baño de realismo existencial y nos ha recordado, con mucha dureza y crueldad, que somos seres vivos, con gran capacidad para la cultura, pero tremendamente biológicos, sujetos a la intemperie de una condición natural que nos hace frágiles ante virus microscópicos, pero capaces de derribarnos como David a Goliat, pero sin el honor de una batalla leal, sino con la traición de una puñalada trapera que se ceba con el más débil.

Al son de las esperanzadoras noticias, los gobiernos diseñan estrategias de vacunación. Se hace público el calendario de la esperanza. Este año la primavera irrumpe en enero, que ha dejado de ser un frio e insípido mes invernal para convertirse en el comienzo de una victoria global ante el mayor reto que muchas generaciones vivirán. Los primeros en recibir la inmunización serán los residentes y el personal sanitario en residencias de mayores y discapacidad. Después, el resto de personal sanitario y los grandes dependientes. El resto de grupos se abordarán en las siguientes fases. Sobre esto algunos expertos, aportando análisis matemáticos, opinan que el orden debería ser otro y empezar por los grupos que tienen más interacción y vida social. Ahí dejo el debate para otro análisis.

En esta encrucijada, en Huesca, B.D, una empresa de tecnología médica líder en el mundo, saca músculo y se compromete a fabricar 400 millones de jeringuillas para surtir a España y otros países. Dicen que contamos con más de 13.000 puntos de vacunación con dilatada experiencia. Parece que todo juega a favor. En este punto, nuestro gobierno matiza que las vacunas se dispensarán con carácter voluntario. ¿ Voluntario ? Según la RAE voluntario es “un acto que nace de la voluntad, y no por fuerza o necesidad extrañas a aquella”. Y me pregunto, ¿no es una fuerza mayor y una necesidad extrema garantizar la vacunación de todos cuando nos azota una pandemia que ha matado ya a más de 40.000 españoles?

¿Por qué es voluntario? ¿Acaso son voluntarios el uso de mascarillas, el toque de queda, el cierre de comercios, los cierres perimetrales y los confinamientos? ¿Son voluntarios pagar la cuota de autónomos, hacer la declaración de la renta, pagar el impuesto de bienes inmuebles y el de matriculación? ¿Son voluntarios que los menores de 16 años asistan a la escuela, poder fumar en cualquier espacio, comprar alcohol a partir de las 22.00h y respetar las normas de circulación?

¿Qué argumento hay para dejar al libre albedrío algo en lo que nos jugamos tanto? ¿Da miedo el impacto estético de una vacunación obligatoria? ¿Acaso la mayoría de españoles no hemos sido dóciles a cada decisión que coartaba nuestra libertad? Un Estado de derecho se dota de normas para que el bien colectivo prime sobre cualquier interés particular . Según algunos estadistas, de ser voluntaria, en España un 25% de la población no se vacunaría. ¿Podemos permitir que millones de españoles no reciban la inmunización y se conviertan en candidatos a contagiarse y a contagiar? ¿Y si soy del 5% a los que la vacuna no hace efecto? Decía hace unos días el omnipresente Fernando Simón, qué si un porcentaje alto de la población se negara a vacunarse, Sanidad podría decretar la obligación . Parece que el parche está preparado, pero ¿para qué arriesgarse con una decisión a destiempo cuando se tienen las herramientas y la legitimidad para garantizar el cumplimiento desde el primer momento?

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