Francisco Apaolaza
Sodoma-Gomorra-Chamberí
Nos hemos portado mal aquí y allá, decía don Fernando, con ese reflejo de incluirnos a todos en la falta que debíamos purgar, como de colectivizar el pecado como especie, como país y como comunidad
La plaga bíblica del coronavirus –distancia, silencio y disnea– vino con su bíblico pecado, que era el de existir, una culpa original de ser humanos, occidentales, siquiera de estar en este mundo. Todas las faltas se asignaron a las cosas que hacíamos. Moríamos como chinches ...
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