OPINIÓN

El Diablo, los votos y los pactos

Por una parcelita de poder, nuestros líderes le venden el alma al contado a Satanás

Todos tendemos, por esa cosa de creernos siempre los más listos de la clase, a pensar no sólo que es imposible que nos la den con queso, sino que incluso nuestro gruyere tiene menos agujeros que el del vecino. Es por eso que tantos, tantas ... veces y de tantas formas, le terminan vendiendo el alma al Diablo pensando que, qué caray, si tiene cuernos y pezuñas no puede ser tan listo y siempre habrá una letrita pequeña con la que conseguir que sea él quien se vuelva al infierno con el rabo entre las patas. Pero como si de la banca se tratara, Satanás es especialista en cambiar las reglas del juego a mitad de partida, de meter los goles y esconder la mano.

A la hora de conformar los distintos gobiernos que guiarán nuestros pasos durante los próximos años, los pactos de diablo están a la orden del día. Durante años, en la Junta de Andalucía, el gran diablo, el Cojuelo supremo, fue un Partido Socialista que no dudaba en convertir a sus socios en desconocidos y luego en enemigos cuando terminaba la legislatura. Le sucedió al Partido Andalucista y le ocurrió a Izquierda Unida. El diablo, como el Madrid, siempre acaba ganando. En el pacto (con los matices y los tachones que los actores le inventan) a tres que se está conformando para que la Junta deje de ser zurda para ser diestra, está por descubrir quién de los que se sienta en la mesa es el Diablo al que los otros dos no dudan en venderle el alma. No está del todo claro que sea quien más huele a azufre: en la partida de la política se sabe que las cartas están marcadas, pero no todos juegan a lo mismo.

Suceda lo que suceda en San Telmo, amigo lector, el cuento no habrá terminado. Porque en unos meses se vivirá una situación parecida en el Ayuntamiento de Cádiz. Con la previsible falta de mayorías absolutas en el Consistorio, el próximo portador del bastón de mando saldrá de los pactos y acuerdos, más o menos previsibles, más o menos sorprendentes, que vayan conformando quienes no teman vender su alma al Diablo para gobernar. A los candidatos de todos los bandos, les regalo un consejo. Decía Amarillo Slim que en una mesa de póker si no reconoces al pardillo en 20 minutos entonces el pardillo eres tú. Desde Pedro Sánchez al presidente de la comunidad de vecinos, amigo candidato, si no sabes quién es el Belcebú a quien estás vendiendo el alma en una negociación, es porque, quizá, el Diablo eres tú.

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