El Apunte - Opinión

La ciudad se queda sin inversión

Los próximos presupuestos municipales se centrarán en el gasto social y en pagar la deuda, lo que condena a Cádiz a la paralización

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Una ciudad que se puede quedar paralizada. Las prioridades del equipo de Gobierno municipal en lo que respecta a los próximos presupuestos van encaminadas al pago de la abultada deuda municipal y al gasto social, lo que dejaría la ciudad sin inversiones ni obras de envergadura a lo largo de 2016. Para colmo, el debate sobre cómo deben afrontarse los presupuestos (hay que recordar que el equipo de gobierno formado por Por Cádiz sí se puede y Ganar Cádiz en Común no cuenta con mayoría) se va a producir en un escenario enrarecido, donde la tosca actitud del alcalde, José María González, ha conseguido aunar las críticas de los tres partidos de la oposición: PSOE, Ciudadanos y PP. Mal augurio para unas cuentas que deberían dar el impulso definitivo para sacar a Cádiz de la mala situación en la que se encuentra.

Cierto es que desde la bancada de la oposición se pide prudencia y se quiere conocer a fondo cuál es la propuesta que pondrá sobre la mesa el equipo de Podemos y Ganemos, pero ya adelantan su temor a que las cuentas sean un reflejo del sesgo ideológico del actual equipo rector. En concreto, recelan de que se vuelque el gasto sólo en reducir la deuda que mantiene el Ayuntamiento (sobre todo con los proveedores, con los que acumula una tardanza de pago de 124 días) y en el pago de ayudas sociales, lo que dejaría abandonado a su suerte a los servicios y a cualquier proyecto que propicie las inversiones, como por ejemplo el hotel del Campo de las Balas.

El tiempo pondrá a cada uno en su sitio y permitirá ver si se está tomando el camino correcto, pero lo cierto es que Cádiz no puede permitirse que se dejen de lado los grandes proyectos de la ciudad. Ya se anunció que se detenían las obras del aparcamiento e la plaza de Sevilla y está pendiente qué se hará en el antiguo cementerio y si se retomarán los trabajos en el auditorio Pemán.

Una ciudad que no se mueve está condenada a no avanzar, a seguir siempre en el pelotón de cola.

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