EL APUNTE

Las dos caras de peatonalizar

El apoyo de la Junta permitirá cerrar al tráfico la plaza de España, con la ventaja y el inconveniente

La celebración de jornadas como el día sin coches venían a ser un ejercicio de propaganda más y servían de bien poco en la práctica porque el Ayuntamiento de Cádiz carece de un proyecto y de recursos para aplicar los cambios de tráfico y peatonalización que proclama. Los casos de la plaza de Argüelles o el carril-bici, impulsado por la Junta de Andalucía, lo demuestran claramente. Entre el discurso y la teoría, una distancia insalvable se abre ante San Juan de Dios.

Hasta ahora, todos los anuncios y las exhibiciones que el Gobierno local ha llevado a cabo en este sentido no han tenido más efectos prácticos que eliminar miles de plaza de aparcamiento, con la repercusión que tiene para vecinos y visitantes. Conviene tener en cuenta ambas cuestiones a la hora de analizar el anuncio realizado ayer por la Junta de Andalucía, que pondrá los fondos necesarios para cerrar al tráfico uno de los principales núcleos de acceso al casco antiguo de Cádiz.

Por un lado, las intenciones del Ayuntamiento sólo son propaganda si no aparecen los fondos autonómicos. Por otro lado, es imprescindible tener previstas las repercusiones de una iniciativa que tiene grandes ventajas pero inconvenientes de similar tamaño. A las ciudades de la provincia de Cádiz, a las mayores, más históricas, antiguas y pobladas, les quedan pocas industrias más allá del turismo y el comercio, entendidos como una oferta de ocio, hostelería y cultura para distintos tipos de público, de diversa procedencia, edad, y poder adquisitivo, en distintos momentos del año.

Si todos esos vecinos o visitantes potenciales, españoles o extranjeros, muy jóvenes o muy mayores, tienen un interés común es el de la calidad de vida. Ninguna prioridad como la calma, el reposo, la pausa y el paseo cuando se visita algún destino turístico en el que conocer y disfrutar. Para conseguir, mantener o ampliar esa sensación de tranquilidad, el tráfico rodado es un gran obstáculo. En cualquier gran ciudad, o incluso pueblo diminuto, en un paraje rural, es necesario acotar y regular el paso de automóviles y motos para que la experiencia turística sea tal, para que el recuerdo aconseje el regreso, o la recomendación, a otros. Esa es la ventaja. En cambio, el freno a la actividad diaria, o turística y de ocio, que supone la desaparición de estacionamiento es la gran pega. Esa que necesita de alternativas y soluciones, esas que el Ayuntamiento de Cádiz nunca encuentra. Tendrá que llegar la Junta de Andalucía para resolver también esa papeleta.

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