OPINIÓN

El silencio de los Reyes

Y en los últimos años, los vaivenes siempre son a peor; destinados a empobrecer aun más la situación. Haciendo que la crisis económica se lanza a la depresión social

No sé si es cosa mía, pero estos Reyes me han parecido muy silenciosos. En la zona en la que vivo, en años anteriores, los niños salían correteando a las plazas a jugar con balones, patines y bicicletas; pero este año el silencio se ha ... impuesto sobre los griteríos infantiles de la mañana. Quizá lo que ocurra es que estas fechas han sido realmente más tristes, sumidos como estamos en una crisis económica que se ha hecho endémica en nuestra era.

Tras el covid y su encierro, muchos fueron los que huyeron hacía delante, buscando el vivir día a día sin esperar que el mañana pudiera golpearnos con fuerza. Corriendo sin mirar las cuentas, las tarjetas ni los préstamos, que ya se pagarían o el Estado nos ayudaría. Pero en este mundo nada es gratis, tampoco lo fueron las ayudas de 2020 y 2021 que ahora comienzan a reclamar las Mutuas por orden de un Estado Central que ya no tiene de dónde rascar y busca al eslabón débil de la estructura económica: el autónomo.

Se olvidan, claro, que además del más débil es el más importante: el que crea el empleo 'de barrio'; el que da vida a las ciudades en comercios, servicios y pymes; frente a las grandes empresas que dan trabajo a miles de habitantes; los autónomos terminan creando familias cercanas que sufren cualquier vaivén económico. Y en los últimos años, los vaivenes siempre son a peor; destinados a empobrecer aun más la situación. Haciendo que la crisis económica se lanza a la depresión social.

Por eso, quizá, este año los Reyes han sido más silenciosos. Ya no hay dinero que buscar; ya no hay prestamos que pedir; ya no hay familiar al que pedirle ayuda. El día de Reyes se ve la ilusión de los niños, pero también la realidad de los adultos. Una realidad grisácea, que se empaña aun más con una cuesta de enero que arranca un 2024 complejo.

Complejo para las familias y para el Gobierno, maniatado por las exigencias de unos socios que no miran al ciudadano y solo buscan su rédito político. Alejados como están de la realidad de la calle; de las dificultades para tomarse un café en la calle o encender un calentador en casa. Y si pensamos en eso, ¿cómo no vamos a pensar en los excesos de la Navidad? Poco a poco, tenemos que readaptarnos a una realidad que es la nuestra, alejada de las vacas gordas de un pasado que también fue ficticio, y que se basó en el plástico sobre la moneda. En el préstamo sobre el rendimiento.

Comenzamos un año nuevo; un año que debe ser definitivo para saber si saltaremos hacia delante o seguiremos anclados en una crisis creciente. Un año en el que los políticos deberán mostrar su verdadero rostro, aunque escondan las cifras del paro con artimañas legales. Un año en el que la verdad terminará saliendo a la luz para decirle al ciudadano español cual es el verdadero lugar en el que estamos.

Pero tenemos todo un año por delante, así que ahora podemos pintarnos la cara color esperanza, que diría el cantante, disfrazarnos de carnaval y cantarle al sol las grandezas de un país que se hunde. Quizás el año que viene, los Reyes vuelva a ser sonoros, felices, engañosos.

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