opinión

Una Roja reflejo de España

«Esta selección ha sido muy España. Ha mostrado que un liderazgo semi mesiánico, donde importa más el timonel que el equipo es muy perjudicial»

Javier Fornell

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La coordinación en cualquier trabajo es esencial para llegar a buen puerto. Cuando se tiene un proyecto entre manos hay que estudiar todos los factores para estar dispuestos y preparado a la hora de encontrar soluciones a cualquier crisis que pueda llegar. Es decir, no vale con el plan A. Es necesario un B y un C y un D… para abarcar cada posible situación que se presente. Y eso, no lo ha sabido ver Luis Enrique en su selección. Es cierto que el equipo tendrá un largo recorrido, pero en este mundial de Qatar se ha auto boicoteado dejando en tierra a grandes jugadores para llevar a otros con menos peso y nombre.

Pero, sobre todo, se ha cavado su propia tumba al creerse la única y verdadera estrella de este equipo. Convertido en un personaje de las redes se ha visto encumbrado a una fama que le acerca a cierto tipo de público, pero que le aleja del entrenador / seleccionador. Como a Cervera en el Cádiz, a Luis Enrique le ha comido el personaje. Un personaje que ha gastado más tiempo sentado frente a una pantalla de ordenador hablando con sus seguidores que motivando al equipo. El líder se ha convertido en un meme y nos deja una selección que pudiendo haber llegado más lejos se vuelve con dos empates ante Alemania y Marruecos y una derrota ante Japón. Todo un logro.

Se olvidó de que por mucho toque del balón que tengas, si no te arriesgas; si no buscas una genialidad; si no tienes hambre de gol y de crecer y luchar no vas a lograr nada. Pensó, seguramente, que después del 7-0 a Costa Rica esto iba a ser un paseo militar; pero no cayó en que enfrente tienen a equipos que «siempre les hacen lo mismo». Lo fácil contra España: encerrarse y esperar para correr. Eso en Cádiz sabemos como se hace, lo vivimos con Cervera varias temporadas. Japón fue el mejor Cádiz de Cervera, eso llegaron a decir los comentaristas radiofónicos. Marruecos iba a ser sencillo, también creyeron mientras olvidaban que es la campeona de África.

Esta selección ha sido muy España. Ha mostrado que un liderazgo semi mesiánico, donde importa más el timonel que el equipo es muy perjudicial. Que el sectarismo de olvidarse de los que no son de su cuerda para acordarse de familiares (ejem) y amigos, no lleva a nada bueno. Pero, sobre todo, han minusvalorado a quien tienen enfrente. El eurocentrismo traducido al fútbol. El ¿cómo una asiático o un «moro» va a ser mejor que nosotros? Si somos Europa, somos el centro del mundo, nada nos puede vencer.

Y nos vence con facilidad al carecer de alma y de garra. Al ser esta selección un ejemplo de lo que es nuestra sociedad del siglo XXI: una fachada de bienquedaismo, de tolerancia fingida, de lucha de salón. Y si no sale la culpa es de otros, o de la juventud, o del árbitro, o del balón que ni siquiera llegaba a rozar la línea pero que termina siendo gol. De cualquier que no sea nuestra falta de ilusión y nuestra desgana para buscar la innovación. El conservadurismo patrio convertido en fútbol, la mentalidad funcionarial que tanto daño hace a las sociedades: tocar y tocar para no llegar a nada.

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