SIN ACRITUD

Amnistiemos

Debemos perdonar a todos los que alguna vez hicieron daño a Cádiz: desde los que prometieron proyectos imposibles a los que cambiaron la mítica cervecería 'El Barril' por un McDonalds

Ignacio Moreno Bustamante

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El pueblo de Cádiz ha sufrido tanto en los últimos años, décadas diría, que ha llegado el momento de pasar página. De perdonarnos. De perdonarles. De amnistiar a aquellos que tanto sufrimiento causaron. De tener altura de miras y hacerlo en pos de la convivencia y la paz, al más puro estilo del ministro Bolaños y su jefe Sánchez con los independentistas catalanes. Deberíamos empezar por amnistiar a todos aquellos que desde tiempos immemoriales han prometido tantas y tantas cosas que nunca llegaron a cumplirse. Empezando por los políticos de todo signo, aunque básicamente de PP y PSOE, que en algún momento pronunciaron las palabras nuevo hospital o Ciudad de la Justicia. A quienes hayan participado en cualquiera de las cientos de miles de reuniones para desbloquear el proyecto de Las Aletas. Aministiemos también a los que robaron millones de euros en cursos de formación en la provincia y a los que tomaron parte en el cierre de Delphi. Seamos piadosos con los que año tras año nos repiten que las obras del nudo de Tres Caminos están a punto de empezar y por supuesto con los que no dudaron en afirmar que el tranvía no sólo iría de Cádiz a San Fernando y Chiclana, sino que además llegaría a El Puerto y Jerez y que atravesaría, majestuoso, el segundo puente. Hemos de ser benévolos también con aquellos que un día de hace muchos años propiciaron que los solares de la antigua Radio Juventud y la subdelegación del Gobierno, en plena Avenida, lleven otros tantos años vacíos, sin ningún uso. Valcárcel, Náutica, pabellón Portillo, hoteles de la estación y del estadio Carranza... en todos esos proyectos a día de hoy fallidos habrá algún responsable de la pifia. Amnistíense. Y al que cambió al nombre al estadio por Mirandilla, también. No, a ese no, que aún son demasiado recientes todos los desaguisados prepetrados en estos últimos ocho años. O sí, al fin y al cabo se supone que el hombre lo hacía de buena fe, aunque su nivel político estuviera a la altura de otros lumbreras como los que una vez pensaron que ponerle al aeropuerto el nombre de Jerez en lugar de Jerez–Cádiz era una buena idea.

Tenemos hombres y mujeres por amnistiar para aburrir. Incluso de tiempos ya muy pretéritos, como los que gobernaban la capital antes incluso de la llegada de la democracia. Probablemente cometieron muchas tropelías, pero ninguna mayor que el diseño del frente del paseo marítimo, fundamentalmente en el tramo entre el Hotel Playa y Cortadura, todo lleno de enormes bloques de pisos construidos sin ton ni son cuando empezábamos a descubrir el turismo como fuente de ingresos. El ladrillo era lo único que importaba y cometieron un auténtico atentado contra la naturaleza al impedir que la playa pudiera regenerarse por sí sola. Además de un verdadero crimen contra el buen gusto, sin ningún plan urbanístico mínimamente estudiado. Seamos indulgentes también con ellos, porque no sabían lo que hacían. O sí, y se lo llevaron calentito en comisiones y recalificaciones.

No sólo en la política. Hay otros muchos campos por amnistiar. Condonemos sus deudas con el cadismo a delanteros como Sánchez Pose o Loreto, que vinieron para marcar diferencias y no marcaron ni al arco iris. O a Kiko Narváez, que nunca quiso volver a vestir de amarillo tras su paso por el Atlético de Madrid. Y más recientemente a Mirosalvjevic, Ogbeche o Babangida, que nos hicieron soñar para luego convertirse en pesadillas. También en el carnaval, cómo no. Después de diez años también es momento de pasar página con 'Los herederos del Levante', aquella comparsa condenada por el público del Teatro Falla tras su infame actuación de una noche de febrero.

Hay que amnistiar, incluso indultar socialmente, a los que cambiaron la mítica cervecería 'El Barril' por un McDonalds, a los que prefieren una pizzería a un freidor, a quienes dicen 'Cai' en vez de 'Cadi Cadi' y a aquellos pobres infelices que decidieron tirar nuestra preciosa plaza de toros para poner columpios. Olvidemos las rencillas, pelillos a la mar. La convivencia es lo primero. Si absolvemos los pecados de todos los que alguna vez, consciente o inconscientemente, hicieron daño a Cádiz, «nuestra sociedad será más habitable», parafraseando de nuevo a Bolaños. Un genio. Ni votos, ni dependencia política de los que quieren la independencia. Amnistiar por amnistiar. Por ser más felices. Y mejores personas. Que a este mundo no hemos venido a sufrir. Hemos venido a amnistiar.

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