Ramón Pérez Maura

La única decisión posible

Quizá Meritxell Batet quiera aclararnos qué obligaciones había cumplido Otegui «desde el punto de vista jurídico»

Ramón Pérez Maura
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Cuando en marzo de 2003 el Tribunal Supremo ilegalizó Batasuna en aplicación de la ley de partidos, no pocas voces decían que las calles del País Vasco iban a ser un campo de batalla, especialmente durante las fiestas de ese verano. ¿Lo recuerdan? No pasó nada. O casi nada. Desde luego mucho menos de lo que habitualmente ocurría en las fiestas estivales en las que había una Batasuna -o cualquiera de sus nombres de conveniencia- perfectamente legalizada.

Vino después Zapatero con Rubalcaba de la mano y entendieron que la eficaz medida de fuerza del Gobierno Aznar era una herramienta de trueque para forzar el que ETA dejase de matar. No tuvieron inconveniente en apuntarse el mérito de todo ello. Y ahora vemos el intento de resurgir de Batasuna desde las profundidades de la fosa en la que su sectarismo merece estar.

La decisión hecha pública este 24 de agosto por la Junta Electoral de Guipúzcoa, atendiendo a la demandada de la Fiscalía, según la cual Arnaldo Otegui sigue inhabilitado y no podrá ser candidato en las elecciones vascas del próximo 25 de septiembre, es la única posible en un estado de Derecho a la vista de la vigente sentencia de la Audiencia Nacional que inhabilita a Otegui para ejercer cargo público hasta 2021. Como esta sentencia fue dictada en 2011, nos encontramos con que Otegui y sus acólitos pretendían, por sí y ante sí, auto concederse un indulto a mitad del cumplimiento de la pena. Afortunadamente, nuestra democracia no ha llegado todavía a ese grado de degeneración.

Pero sí ha llegado a la peligrosa deriva de que entre los más relevantes cargos de la dirección del PSOE se defendiera explícitamente la candidatura de Otegui, al menos hasta la decisión de la Junta Electoral de Guipúzcoa. En este PSOE, que ya no es el de Nicolás Redondo Terreros, nadie ha movido un dedo por denunciar la posible candidatura del ex jefe de ETA. Antes al contrario, la han defendido. Es el caso, paradigmático, de la secretaria de Estudios y Programas del PSOE, Meritxell Batet, quien, el pasado 17 de agosto, declaraba a la Cadena SER que ella creía que el potencial candidato a la jefatura del Gobierno vasco por EH Bildu, Arnaldo Otegui, podía presentarse a las elecciones autonómicas vascas porque ya había cumplido con sus obligaciones jurídicas. «Desde el punto de vista jurídico -Otegui- ha cumplido sus obligaciones y por lo tanto tiene facultad de presentarse», sentenció la dirigente del PSOE. Quizá la señora Batet quiera explicarnos ahora qué obligaciones ha cumplido Otegui sin que la Junta Electoral y Fiscalía sean capaces de apreciar ese sometimiento de Otegui a la Ley. Porque la única razón de gratitud que a mí se me alcanza es que Otegui y su banda creyeran que ya habían matado bastante. Y eso no amerita más recompensa que el cumplimento integró de las penas impuestas, mal que pese a Batet y los suyos -que quiero creer que no son todos los socialistas.

Otrosí. Una de las enseñanzas que hemos obtenido del auge de Podemos en el País Vasco, en detrimento de los batasunos, es la de que el voto que han obtenido las sucesivas marcas electorales de ETA a lo largo de los años tenía mucho de antisistema. Casi más que de nacionalismo independentista. Y quizá por ello la estrategia de EH Bildu de presentar la imposible candidatura de Otegui con el fin de poder travestirse de víctimas del sistema, algo que tan bien han interpretado El Ausente y sus chicos podemitas durante el último lustro. Pero esta vez no va a poder ser. Y, estén tranquilos. Esta vez, como en 2003, tampoco van a ver salir a las multitudes a la calle implorando por sus jefes.

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