Testimonios del coronavirus

Carta de un universitario: «Aparte de todos los problemas, ¿también hay que vivir con la incertidumbre de no saber cuándo nos van a examinar?»

«Me pregunto, ¿tan difícil es comprender que situaciones excepcionales requieren medidas excepcionales?»

Exámenes antes del coronavirus.

Pablo Carralero

Me llamo Pablo y soy estudiante de Derecho, y este, al igual que para muchos otros estudiantes, es mi último año de carrera . Antes de que esta pandemia decidiera paralizar nuestras vidas por completo yo era un chaval bastante normal que estudiaba, iba al cine y a la playa, pasaba tardes de risa jugando al Risk con mis amigos, en fin, una vida corriente. Pero entonces, de lo que parecía ser un mero tropezón, acabamos dándonos de morros contra una crisis sin precedentes en las últimas décadas. Todo, repito, todo lo que era mi vida, mi día a día, se redujo a cuatro paredes y muchas cosas en que pensar.

Dentro de todo este torbellino de acontecimientos hubo una cosa que no se paralizó, mi formación . Como muchos otros estudiantes proseguí con mis labores para, en el día de mañana, poder decir bien alto que era jurista. Esto no son unas vacaciones, es una piedra en el camino que nos está haciendo sacar lo mejor de nosotros, como individuos y como sociedad. Pero quizás eso sea un problema, porque mientras algunos aprendemos y vemos esto como un reto que hay que superar, hay quienes prefieren ver en ello unas vacaciones pagadas.

Mi padre se levanta todos los días a las 8 de la mañana y hasta las 8 de la tarde apenas tiene tiempo para el postre después de comer con mi madre, que es maestra de primaria y para quien la situación no es muy distinta. Creedme si os digo que hubiera dado mi dedo gordo del pie por haberla tenido a ella como profesora, aunque he tenido más suerte incluso y la tengo como madre.

En mi casa no se respira otra cosa que no sea sacrificio y esperanza. Por eso me duele ver que hay personas que, sabiendo la situación que se está viviendo, no muestren un ápice de competencia en sus ámbitos. Deben creer que si el virus no ha llegado a sus casas es porque tiene un sistema inmune fuerte como una roca, pero no es así, si no están enfermos es porque hay personas comprometidas que se han quedado en casa , es porque hay cajeras en los supermercados vendiéndonos el pan todos los días, es porque hay agricultores y ganaderos dándonos de comer, es porque hay profesionales sanitarios prácticamente viviendo en el hospital para que nuestra hermana, primo, amiga, no se muera, y así podría seguir nombrando personas que han comprendido la talla de este reto y han decidido actuar con el coraje y la valentía que se nos exige.

Sin entrar a nombrar la institución educativa en la que estudio, porque eso es lo de menos, me gustaría poner un ejemplo. En mi caso todavía no sé cuándo me voy a examinar de una asignatura porque el profesorado entiende que el examen debe ser presencial (y hago un apunte: estudio derecho, no medicina), por lo tanto estamos a la espera de que la institución competente apruebe fechas en las que se pueda realizar (si es que se puede).

Entonces yo me pregunto una cosa: ¿tan difícil es comprender que situaciones excepcionales requieren medidas excepcionales ?. Aparte de todos los problemas con los que un estudiante tiene que lidiar en su día a día, ¿también tiene que vivir con la incertidumbre de no saber cuándo se va a examinar ?. Yo creo que no.

Soy perfectamente consciente de que nuestra situación no es la peor, ni muchísimo menos, pero esto es un claro ejemplo para entender que el problema no está esencialmente en las instituciones en su conjunto, sino en las personas que no se comprometen por sí solas a formar parte de esta cadena humana. Todos tenemos que sacrificar ciertas cosas, la vida no es ni será como era antes y eso es algo que tenemos que comprender, cuanto antes, mejor.

Tenemos que tomar decisiones a la altura de nuestras responsabilidades y de la sociedad en su conjunto, para que cuando salgamos del túnel podamos decir que hemos aprendido , que esta crisis nos ha dado un duro golpe, pero también nos ha hecho mejores.

* Pablo Carralero Álvarez vive en Avilés, Asturias.

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