Ramón Pérez-Maura

La mentira de la foto

Es un gobierno tan represor que mientras unos violan la ley les permite dar ruedas de prensa

AFP
Ramón Pérez-Maura

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Barcelona fue ayer una ciudad en la que no pasó gran cosa . Quienes recorrimos la ciudad desde muy temprano vimos un lugar en el que se podía encontrar algún punto de tensión si se buscaba, pero no era una ciudad en la que hubiera la sensación de que «pasaba algo». Por ejemplo, a las 10.30 el colegio Ramón Llull había sido cerrado a las votaciones ilegales. Había mucha gente en el patio del centro. Una persona sale y grita A buscar un altre lloc. Un extranjero con el cartel de «visitante internacional» se queja de que no le dejan acceder al centro. El Cuerpo Nacional de Policía ya lo ha cerrado. Sus furgonetas están aparcadas en la calle Cerdeña 201. Cuando intentan abandonar el lugar se produce tensión. Una masa hostil no les deja pasar. Policías a pie se abren paso. Empiezan a ser agredidos con lanzamiento de vallas amarillas de las que se emplean para limitar el paso de multitudes vuelan sobre los agentes junto a paraguas y otros objetos. La Policía se defiende disparando al aire pelotas de goma , alguna de las cuales rebota en balcones y hiere de menor importancia a un agresor en su rostro. Cuando es subido a una ambulancia hace el gesto de la victoria con su mano derecha. Ha conseguido la foto mentirosa que buscaba. Cuando sales de ahí. A una manzana de distancia no pasa nada. Te paseas por todo el Eixample y es una mañana de absoluta tranquilidad: padres que pasean a sus hijos, ciudadanos acompañados por sus perros, lluvia ligera –lo que en el norte llamamos calabobos – y algún otro colegio donde unas decenas de personas, jaleadas por muchos otros, hacen cola para poder entrar a votar. La cola no parece moverse durante minutos y minutos de observación.

Lo que ayer vivimos en Cataluña no fue un referendo. Fue una orquestada puesta en escena del Gobierno catalán que, con toda conciencia, quiso presentar al mundo al Gobierno español como un represor. Un gobierno tan represor que mientras algunos están violando la ley, y ni siquiera lo niegan, les permiten dar ruedas de prensa sin despeinarse. La represión de las Fuerzas de Seguridad españolas fue más propia de la señorita Pepis comparada con la que se ha visto muchas veces en países de nuestro entorno. Baste recordar las manifestaciones en Hamburgo en julio pasado durante la cumbre del G20, en las que fueron detenidas 186 personas y 476 policías resultaron heridos.

Cataluña vivió ayer una jornada que algunos intentaron presentar como un día de terror. Estuvo muy lejos de ello. Fue sólo un domingo en el que unos pocos quisieron alterar ilegal e ilegítimamente la vida de la mayoría. Y eso tiene que tener consecuencias penales , porque de no ser así, tendrá un coste mayor cuando vuelvan a intentarlo dentro de menos tiempo del que cabe imaginar.

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