Londres quiere un «Brexit» a cámara lenta

Si las autoridades británicas estuvieran tan seguras de que el Brexit es bueno para el país, como dijeron tan claramente durante la campaña del desastroso referéndum, estarían acelerando el proceso de divorcio en vez de estar suplicando para aplazar lo que saben, pertinentemente, que serán los efectos negativos para su economía. Los partidarios del Brexit dijeron que fuera de la UE todo sería leche y miel y que se resolverían automáticamente los problemas que, presuntamente, angustian a sus ciudadanos; ahora se puede ver claramente que estaban mintiendo. Pidiendo un periodo transitorio, lo que Londres está diciendo es simplemente que quiere retrasar el momento de desconectarse de la Unión Europea, porque empiezan a ser conscientes de las consecuencias.

La posición europea sigue siendo la misma y es la más lógica dadas las circunstancias: es necesario abordar las bases de una salida ordenada antes de ponerse a diseñar las relaciones futuras de un país que ha decidido abandonar su asociación con los demás socios europeos.

Los principales agentes económicos y financieros ya han advertido con datos que una ruptura brusca tendría consecuencias nefastas para el Reino Unido y por ello piden que se mantenga una relación «lo más estrecha posible» con la UE. Pero nunca será más estrecha que en la actualidad, siendo miembros de pleno derecho y participando activamente en las decisiones esenciales. Saliendo de la UE y rompiendo lazos con su principal aliado comercial, los británicos están ahondando en sus propias contradicciones. Pero la realidad es que el reloj sigue corriendo y que el Brexit es una catástrofe sobre todo para el Reino Unido. Cuanto más tiempo tarden en iniciar una reflexión sensata sobre esta cuestión, incluyendo la posibilidad de revertir la decisión de separarse del bloque comunitario, peor para todos.