Este PSOE sin remedio

Pretender cambiar el nombre de Castellón de la Plana ofrece argumentos al secesionismo catalán

Ramón Pérez-Maura

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«Abandonad toda esperanza, los que entráis», nos dijo Dante que rezaba sobre los portales del infierno. Eso mismo debemos pensar los españoles del PSOE dirigido por Pedro Sánchez. Hubo un tiempo en que creíamos que sondeos de opinión como el de ayer del CIS, en el que el PSOE pierde en la oposición más de un punto porcentual, harían reflexionar al socialismo sanchista. Porque el verdadero derrotado de ese sondeo es ese Partido Socialista que en lugar de crecer como alternativa, retrocede. Pero no hay nada que hacer. Sus despropósitos siguen multiplicándose.

Cataluña debería ser una lección que ilumine a todos los políticos constitucionalistas -en realidad, también a los que no lo son-. Las cesiones al nacionalismo han llevado a España a la encrucijada de la hora presente. Pues el PSOE no se da por aludido. Ahora sabemos que está en el empeño de cambiar el nombre oficial de Castellón de la Plana por el de «Castelló de la Plana». En este momento ambos son oficiales. De aceptarse el cambio que promueven los socialistas valencianos con Compromís y el resto de la izquierda nacionalista, la «n» sería prohibida. ¿De verdad puede alguien creerse que los castellonenses se merezcan el que se dedique un minuto de su tiempo y un céntimo de sus presupuestos a esta estupidez? Pues la realidad es que el PSOE está en eso que acabará, como en su día ocurrió con La Coruña, obligando a todas las instituciones a emplear «el nombre oficial». Lo que es una soberana mamarrachada. Porque quienes defienden la teoría de que los papeles oficiales deben referirse a «A Coruña» o a «Girona», Princesa incluida, son los mismos que cuando se refieren a Madrid lo hacen empleando el término «Madrit» que tengo la impresión de que tampoco es su nombre oficial. Igual que me gustaría ver a los defensores de esa teoría de la oficialidad excluyente refiriéndose a Londres como London, a Bruselas como Bruxelles o a Marsella como Marseille, por poner sólo algunos ejemplos.

Este PSOE sin remedio sigue alineado con el nacionalismo rupturista que se nutre de pequeños detalles como quitar la «n» de Castellón. España no se merece un Partido Socialista así. Y que no nos cuenten que es un problema en el que el socialismo local puede actuar por libre. Porque sus consecuencias afectan a todos los españoles a corto y a largo plazo. Es una medida, que de aprobarse obligará a todos los organismos del Estado y socavará la unidad de la nación, que tiene en el idioma castellano uno de sus instrumentos de cohesión. Un partido federal como el PSOE debe de tener unas políticas de obligado seguimiento en todo el territorio. Y lo que a todos afecta no puede ser decidido por unos pocos solamente. Porque eso es exactamente lo que pretenden los secesionistas catalanes. Y el socialismo valenciano les da argumentos.

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