Editorial

Negacionismo económico

El maltrato al ciudadano es constante, y todo ello para proteger intereses ideológicos que hunden nuestras finanzas. Lo próximo, dar la puntilla a los planes de pensiones privados

Editorial ABC

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Las previsiones de la OCDE sobre el deficiente crecimiento de nuestra economía son albarda sobre albarda frente al empecinamiento del Gobierno en negar la realidad. Se trata del enésimo organismo internacional o nacional que desmiente sin ambages ni eufemismos las eufóricas expectativas del Ejecutivo de Pedro Sánchez, de modo que a final de este año nuestra economía habrá crecido un 4,5 por ciento y en 2022 lo hará el 5,5, en contraste con el fantasioso 6,8 por ciento calculado por el Gobierno para finales de 2021, y del 6,6 para el próximo año. El resultado es que aquella esperanza de que España sería el país de la zona euro que más crecería -la famosa salida en V de la crisis pandémica- se ha convertido en una demoledora falsedad constatada por los expertos. Y no solo por la OCDE, sino también por el Fondo Monetario Internacional, el Banco de España, el INE o la propia Comisión Europea.

El empecinamiento del Gobierno en dibujar una realidad virtual para España y un presente del que ‘todos salimos más fuertes’ se ha convertido en un ejercicio retórico de demagogia. Sánchez y sus ministros han optado por negar la evidencia y fingir que el crecimiento es sólido y constante, lo cual sería menos grave si no fuesen ya mayoritariamente coincidentes los pronósticos de quienes, como la Reserva Federal norteamericana, sostienen que la inflación ha llegado para quedarse muchos meses aún, y que conviene ir retirando estímulos a la economía para no crear más burbujas artificiales. España es ya el furgón de cola de la Unión Europea, y algo tendría que rectificar para al menos parecernos a la Italia de Mario Draghi. Pero para eso hace falta un Gobierno que no intente convertir la mentira en propaganda, que entienda que el empleo lo crean los empresarios, a quienes maltrata continuamente, y que no se ponga en manos de un populismo de extrema izquierda incapaz de entender mínimamente qué es la economía.

La cuestión es grave porque el Gobierno no se hace trampas al solitario, sino que miente a la opinión pública a sabiendas de que sus datos son falsos. Y eso contamina los Presupuestos Generales para 2022, que están en trance de aprobarse en las próximas semanas. Lamentablemente, este proceso recuerda demasiado al que protagonizó entre 2008 y 2010 otro presidente socialista, Rodríguez Zapatero, cuando en un ejercicio absurdo de negacionismo de la crisis, situó a España al borde del rescate de la UE, como había ocurrido con Grecia, Portugal o Irlanda. Con los datos de la OCDE, 2022 es ya un año perdido para que España regrese a los niveles económicos previos a la pandemia. Por tanto, estos Presupuestos son papel mojado antes incluso de haber nacido.

El maltrato económico al ciudadano es constante, y todo ello para proteger intereses ideológicos que hunden nuestras finanzas. En vista de que ya no rectifica, tampoco puede decirse que el comportamiento del Gobierno sea errático. Es deliberadamente inconsciente, porque avisos y alertas recibe de todas partes. La ideología ha viciado cada decisión de Sánchez hasta el punto de penalizar, y llegar a anular, como avanza hoy ABC, los planes de pensiones privados individuales. El proyecto de Pedro Sánchez ya no es ir reduciendo, como anuncia, los incentivos fiscales, sino abocarlos a cero. Lo preocupante no es solo la deriva económica, sino el diseño de una economía tan ideologizada como destructiva en términos de déficit, gasto, deuda pública, impuestos y ocultación de la realidad. Ya podría celebrar tres Consejos de Ministros semanales, que no arreglaría nada.

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