Filomena, la mayor catástrofe en el arbolado de Madrid de los últimos 50 años

El Colegio autonómico de Ingenieros de Montes de Madrid (COIMM) señala que se trata de un desastre ecológico sin precedentes en el arbolado de la Comunidad de Madrid

Árbol caído en la Télez en Madrid Daniel Oter

ABC Natural

Desde el Colegio autonómico de Ingenieros de Montes de Madrid (COIMM) señalan que «nos encontramos ante la peor tragedia ambiental sufrida en Madrid en los últimos años, debido a la pérdida de patrimonio arbóreo sin precedentes, tanto en la sierra, como en las ciudades». Las cifras provisionales, a falta de la evaluación de muchos parques que continua cerrados, hablan de un grado de afección de entre un 60 y un 70% del arbolado de los Parques Históricos, como el Parque del Oeste, la Dehesa de la Villa, el Retiro o el Parque del Capricho. Entre los Parques Singulares, como el Juan Carlos I o Madrid Río, cerca del 15% del arbolado presenta distintos grados de afección, como rotura de ramas o abatimiento completo de ejemplares.

Además, unos 450.000 árboles de los parques Forestales de Madrid, como la Casa de Campo, Valdebebas o la finca forestal de Tres Cantos, se encuentran afectados, lo que supone un 60% de la totalidad. Y respecto del arbolado de alineación, presente en calles y parques de distrito, se estima que unos 150.000 árboles han sido afectados por la nevada, lo que implica un 20% del total del arbolado presente en las calles de Madrid.

Respecto al resto de los municipios de la Comunidad de Madrid señalan que «todo hace prever que los daños serán muy cuantiosos, y que se puede aplicar una cierta proporcionalidad a las cifras estimadas para la capital». No obstante, respecto a los bosques en zonas de pie de sierra y sierra se espera una afectación inferior debido a la mayor adaptación a las nevadas por parte de las especies forestales, conforme existe una mayor altitud.

Principales especies afectadas

En cuanto a las principales especies que se han visto afectadas en primer lugar están las coníferas de gran porte, como los pinos piñoneros, cedros y cipreses, con copas amplias y por lo tanto alta capacidad de retención de nieve y posterior riesgo de fractura. En segundo lugar, las frondosas de hoja perenne, entre las que se encuentran encinas, aligustres, laureles, madroños y otras especies mediterráneas. Y, en tercer lugar, las ubicaciones más expuestas al sureste y más desprotegidas han recibido mayor aporte de nieve, por lo que se pueden observar calles como Reina Victoria, en donde un lado de la Avenida tiene a todo su arbolado afectado, mientras que la acera de en frente apenas ha sufrido daños.

En general, se observa una mayor afección en las especies más «autóctonas» y adaptadas a climas mediterráneos, y por lo tanto menos preparadas para sufrir episodios de cargas extremas por acumulación de nieve. Desde el COIMM señalan que esta catástrofe cambiará el paisaje de buena parte de los parques y jardines y, en definitiva, la infraestructura verde de la ciudad. Y solicitan a los poderes públicos una adecuada planificación, basada en estrategias desarrolladas para maximizar los servicios ecosistémicos que brinda el arbolado de manera gratuita a la sociedad, como su capacidad de captación de contaminantes, la producción de oxígeno; la capacidad de absorción de CO2, contribuyendo a mitigar los efectos del cambio climático. Así como proporcionar espacios saludables para la práctica del ejercicio físico y la mejora del bienestar y la salud mental de los ciudadanos y sus mascotas.

«Hemos perdido una parte muy importante de una infraestructura vital de las ciudades de la Comunidad. Si una ciudad queda desabastecida de agua, de luz, sufre daños en sus pavimentos o en su red de comunicaciones, todos podemos imaginar las consecuencias inmediatas. Perder buena parte de nuestro patrimonio verde es perder salud y bienestar. Los árboles urbanos no son ningún lujo, más bien al contrario, son una necesidad. Por eso, una adecuada planificación, una correcta asignación presupuestaria que conlleve los medios necesarios para su adecuada conservación, implica poner en práctica modelos de gestión novedosos, pensando en la resiliencia de las ciudades ante el cambio climático. Los beneficios sociales, ambientales y económicos que proporcionan los árboles a la sociedad, son muy superiores a los riesgos que conlleva que vivan entre nosotros», insisten desde el COIM de Madrid que se pone a disposición de los ayuntamientos y de la administración regional de Madrid para trabajar en la reconstrucción de ese patrimonio natural afectado.

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