AGROHOMEOPATÍA

La ciencia de escuchar a las vides

Un modo diferente de entender la viticultura que no genera estrés al viñedo y fortalece su sistema inmune

Sergio Ávila, director técnico de Cruz de Alba, referente en viticultura ecológica, aplica la agricultura biodinámica y la radiestesia para lograr viñedos más equilibrados

Sergio Ávila asegura que la mejor planta para un viñedo es la planta del pie, recorrerlo milímetro a milímetro para conocer sus necesidades

Charo Barroso

Cada día que Sergio Ávila llega hasta las 40 hectáreas de viñedo situadas en la Padilla de Duero, municipio cercano a su natal Quintanilla de Onésimo, lleva a cabo mucho más que una visita. Cuando sus pies pisan la tierra y se pasea entre las viñas establece una peculiar conversación con las plantas donde obtiene las respuestas sobre lo que estas necesitan. Hijo y nieto de agricultores, Ávila recuerda los días de niño en los que su abuelo le llevaba un trozo de cepa con el que él se entretenía en el pasillo. «He tenido siempre muy claro que mi vida está en el campo» y reconoce que se hizo ingeniero agrónomo después de que su padre le dijera «dedícate a lo que quieras, pero fórmate». Y eso hizo. No solo se formó sino que se ha convertido en todo un referente nacional en viticultura ecológica bajo los principios de la biodinámica y la agrohomeopatía , que hoy aplica como director técnico de la bodega Cruz de Alba.

Una nueva manera de comprender el vino, donde es prioritaria una comunicación con el viñedo para saber comprender las necesidades de las viñas y el suelo. «Las plantas reaccionan con su entorno y son capaces de percibir la energía del mismo, por lo que resulta fundamental conectar con el viñedo y saber entender el sistema energético que desprende», señala Sergio mientras porta en la mano un biotensor . Utiliza la radiestesia del mismo modo que lo hacen los zahoríes captando las ondas de la viña e interpretando sus ciclos vitales para saber qué necesita la planta. «Se trata de una herramienta muy útil para testar el estado del suelo y del viñedo, nos indica las necesidades o desequilibrios que pueden estar sufriendo las plantas, e incluso la manera en tiempo y forma de suministrar nuestra ayuda», puntualiza.

Cuestión de equilibrio

Para Ávila, el mantra del viñedo es el equilibrio: «Un suelo equilibrado nos dará un viñedo equilibrado y un vino equilibrado», insiste. Algo que consigue gracias a compuestos agrohomeopáticos que él mismo prepara. «En otros años frente a otros viñedos en los que se llegan a hacer decenas de tratamientos, nosotros hemos aplicado tan solo dos gracias a la homeopatía. Este año es peculiar porque ha llovido demasiado y el contraste de temperaturas entre la noche y el día es demasiado acusado y hemos tenido que realizar dos tratamientos de calcio, dos de azufre y tres de suero de leche», explica Ávila, quien insiste en que «un viñedo equilibrado , tanto a nivel de densidad, nutricional, de poda... es más difícil que enferme. Buscamos que nuestros viñedos tengan un sistema inmunitario reactivo y que sean capaces de enfrentarse a los problemas». Pero además, si llegan plagas o enfermedades los compuestos que se utilizan garantizan la nula toxicidad sobre el campo y los alimentos, sin empleo de productos químicos. «Es un modo de entender la viticultura donde no se pisa el acelerador ni se fuerza la maquinaria, no se genera estrés al viñedo, un modo de trabajo que prima la calidad, la expresión de viñedo y su personalidad frente a la cantidad», señala. De hecho, tan solo producen unas 120.000 botellas, entre ellas las que salen de una microparcela de 1,8 hectáreas con cepas plantadas hace más de 60 años, donde tiene su origen Finca Los Hoyales, el vino más exclusivo de la bodega.

La radiestesia testa el estado del suelo y del viñedo y revela qué necesita

Para Ávila es imprescindible elegir el terruño apropiado para que la vid exprese su máxima potencia y deja claro que el mejor tratamiento es el conocimiento. «Cuanto más conozcas tu viñedo, más lo vas a entender, tratar y respetar. Yo no me considero un cuidador de nada, el viñedo es capaz de salir sin mí hacia adelante, tan solo soy un tutor que le aporta lo que él muestra que necesita. Además, no debemos olvidar que si cuidamos de la naturaleza, ella cuidará de nosotros». Este experto también recurre a los principios de la agricultura biodinámica basada en el seguimiento de un calendario de siembra que se guía del movimiento de los astros para determinar qué y cuándo se pueden tomar determinadas acciones.

No obstante, Ávila tiene claro que, como le decía su abuelo, «lo que no ha de faltar en ningún campo de cultivo es una piedra suficientemente grande como para no poder moverla. El fin: sentarse en ella a observar lo que ocurre y descubrir por qué».

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