Setecientos establecimientos hosteleros ya están implicados en la protección y conservación de la costa española desde 2012
Setecientos establecimientos hosteleros ya están implicados en la protección y conservación de la costa española desde 2012 - PURA VIDA
CONSERVACIÓN DEL LITORAL ESPAÑOL

Caña con tapa de «sensibilización»

Cantabria, Castellón, Barcelona, Pontevedra, Cádiz y Mallorca cuenta con «Chiringuitos responsables» premiados en 2015

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Un año más, y van cuatro ediciones, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) a través de la Fundación Biodiversidad (FB) ha distinguido a los chiringuitos más responsables. La entrega de los Premios, celebrada en Madrid a finales de septiembre, contó con la asistencia del secretario de Estado de Medio Ambiente Pablo Saavedra, la directora general de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, Raquel Orts, y la directora de la FB del Magrama, Sonia Castañeda. Saavedra aprovechó la ocasión para resaltar que la reforma de la Ley de Costas, aprobada durante la presente Legislatura, ha permitido «reforzar la protección del litoral y mantener las actividades económicas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente».

La convocatoria de 2015 ha recibido la candidatura de 88 establecimientos procedentes de las diez comunidades costeras de la geografía española, una cifra que supone un récord de participación. En total, han desarrollado más de 200 iniciativas compatibles con los recursos de las zonas donde se erigen.

Oliver Da Silva, propietario del establecimiento «Sinás», en Raxo (Pontevedra), ha reciclado un contenedor marítimo para convertirlo en un chiringuito modular y móvil que encaja con el entorno. «Cuando éste cumpla su función puede adaptarse a otras necesidades y transportarse a otros lugares», explica Da Silva. Su negocio, situado en un área que antaño se destinaba al depósito de residuos, como escombros, colchones o frigoríficos, recuerda Da Silva, es una instalación desmontable con casi dos décadas de historia. «A lo largo de estos años hemos intentado y conseguido evolucionar, mejorando el aspecto de este pequeño pero hermoso lugar».

«Sinás» nació como un chiringuito de poliéster de helados y refrescos. Hoy, fiel a la filosofía de su propietario de reutilizar materiales, su terraza, por ejemplo, está construida con puntones de madera que emplean las bateas, «donde se cultiva el mejillón tan rico de nuestra ría», y dispone de dos mallas antihierbas que se cubren con grava blanca. De manera que, al final de la temporada, cuando se desmonta el chiringuito, no se daña el terreno. «Somos muy conscientes de que el agua es un recurso limitado. Además, nuestro establecimiento no dispone de conexión de abastecimiento: tenemos un tanque de 1.100 litros. Por ello, contamos con grifos que incluyen temporizador y cisternas con dobles cargas. El personal también ayuda en la importante tarea de ahorrar agua», asegura Da Silva.

«Sinás» ha servido, también, como punto limpio de recogida de aceites usados: «Nosotros lo juntamos con el que resulta de nuestra cocina y luego una empresa se asegura del transporte y tratamiento de las garrafas. En el área existen numerosos apartamentos en régimen de alquiler y los turistas suelen comer o cenar en casa. Así evitamos que este liquido se tire por el fregadero y termine en el mar», comenta Da Silva.

Azucarillos con mensaje

Para la limpieza de «Mojama Beach», en Chiclana de la Frontera (Cádiz), solo se sirven de productos certificados con la Etiqueta Ecológica Europea. Asimismo, las cartas, el menú y cualquier documentación/cartelería que se pueda leer dentro o fuera del establecimiento ha sido impresa en papel reciclado certificado y libre de cloro elemental.

Realizar una campaña de sensibilización ambiental cada año

«Hemos minimizado el consumo de agua caliente sanitaria, y por tanto de electricidad, mediante la utilización de placas solares térmicas», se congratula Javier Bustelo, que se ha fijado el reto de realizar una campaña de sensibilización ambiental cada año. En 2015, sin ir más lejos, han alertado a sus clientes sobre el perjuicio que origina en el ecosistema costero que un fumador arroje su cigarrillo al suelo. Los trabajadores del chiringuito han lucido camisetas con el eslogan «Tu colilla me quema». Para las siguientes anualidades se lanzará un concurso a través de las redes sociales para buscar nuevas ideas. «La imagen de cada campaña que nos marquemos será diseñada por un alumno de la Asociación Síndrome de Down y otras Minusvalías Psíquicas de Chiclana de la Frontera. Y cuando se hayan completado varias, los lemas de todas se evocarán en los sobres de azucarillos», comenta Bustelo. «Mojama Beach» ha habilitado un espacio como aparcamiento de bicicletas (con dispositivo de enganche) para favorecer y potenciar el transporte no motorizado.

Decoración con boyas de mar

En el chiringuito «El Puntal», en Somo (Cantabria), han retirado el aluminio de los bocadillos. «Los damos en bolsas de papel reciclado», matiza Ricardo Tricio. También han cambiado todos los bolígrafos por otros reciclados de cartón. Y, además, de existir junto al establecimiento varios cubos pensados para distintos tipos de residuos (plástico, orgánico y vidrio), es posible acercarse hasta allí con pilas usadas. Esa ha sido una de las mejoras introducidas en 2015, instalar un contenedor para ellas.

«Todos los años hacemos la campaña "Vaso de Colillas por bebida". Y hemos iniciado una colaboración con la Fundación Naturaleza y Hombre en el marco de sus iniciativas de Limpieza y mantenimiento de la Playa y Dunas. Nosotros ya nos encargamos de la limpieza del entorno de «El Puntal». Incluso hemos puesto varios letreros para sensibilizar sobre este tema», detalla el empresario. En la decoración de su estableciemiento se pueden observar corchos o boyas de mar.

Movilidad sostenible

«El yogur lo estamos elaborando nosotros mismos con leche ecológica, reduciendo así centenares de envases al cabo del año y la contaminación asociada al transporte de llevarlos hasta nuestro restaurante», explica Ricard Jornet, propietario de «Lasal del Varador», en Mataró (Barcelona). «Los empleados han decidido desplazarse hasta aquí caminando, en bicicleta o en transporte público como parte de nuestro compromiso de movilidad sostenible, continúa. «En verano, por ejemplo, no necesitamos aire acondicionado gracias al diseño con arquitectura bioclimática que ha tenido en cuenta la dirección de la brisa marina», concluye Jornet.

«La producción de nuestra verdura y fruta procede de un agricultor local ecológico certificado que dista cinco kilómetros de nuestro local», comenta Sete Castro, dueño de «Pura Vida Organic Restaurant», en Alcossebre (Castellón). «Pura Vida esta creado desde la necesidad social de volver a la alimentación de nuestros orígenes. Todas las personas con intolerancias a lácteos, gluten o azúcar pueden encontrar su espacio en nuestro chiringuito», asegura.

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