Antonio Machado
Antonio Machado - FOTO CEDIDA POR EL INVESTIGADOR

Antonio Machado: «A las Listas Rojas españolas les pongo sobresaliente»

Aunque el exconsejero regional de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza les pone un cinco a las leyes españolas con sus catálogos de especies amenazadas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Antonio Machado, exconsejero regional de la UICN por Europa Occidental, y en la actualidad editor jefe del Journal for Nature Conservation, ha respondido a las preguntas del Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).

¿Qué importancia tiene para España formar parte de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza?

Pertenecer a la UICN, que es una organización muy grande con 130 países miembros –estatales y también organizaciones no gubernamentales–, supone formar parte del centro más importante en materia de conservación y doctrina conservacionista.

Precisamente este año se celebra el 50 aniversario de su Lista Roja, ¿cuál es el papel de España en su historia?

Hace medio siglo, la primera de estas listas que se hizo fue sobre aves, pero por aquella época España no se ocupaba de estos asuntos.

La Lista Roja es un ejercicio técnico en el que se evalúa el estado de las especies para saber cuál es el riesgo de extinción que tienen y se hace un inventario, en distintos niveles, según el nivel de amenaza. En España, el primer Libro Rojo me tocó organizarlo a mí en 1987. Desde entonces hasta ahora han salido de la lista muchas especies porque se dispone de mayor información. La lista ha servido para reunir y organizar numerosos conocimientos científicos que antes estaban repartidos entre expertos, universidades, y aficionados, entre otros, pero que no eran operativos.

¿De qué forma cambia esta tendencia?

Al reunir la información y hacer estas evaluaciones, que además se repiten cada 5 años, hemos podido conocer razonablemente bien cuál es la situación de la flora y la fauna en España, así como los factores más importantes de amenaza para cada caso. La Lista Roja ha aportado a España una visión bastante moderna de cómo está la naturaleza y las especies de animales y de plantas en nuestro país, pero no los hábitats. Esa es su importancia.

¿No se había hecho de forma sistemática hasta ese momento?

No, porque la gente que estudiaba conocía a los animales, pero el mundo del conocimiento científico y la conservación –es decir la ciencia y la tecnología– no estaban conectados. Lo lógico es que esas listas rojas se usen para poner en práctica la conservación, para elaborar, por ejemplo, los informes de impacto ambiental. Es sobre todo fundamental en legislación de protección, pero es este último paso lo que ha fallado.

¿Esa deficiencia es exclusiva de España?

Hay países que lo han hecho igual de mal que nosotros al crear una relación directa entre la máxima protección y una especie que está en peligro de extinción. No siempre es necesario que sea así. A veces, con medidas sencillas se resuelven problemas de gran amenaza. No hay una relación unívoca. Aunque hay una gran tradición científica tenemos menos experiencia en cuestión de conservación. Creo que se podría haber hecho bien, pero por ciertos motivos no ha sido así. Soy bastante crítico en este punto. A las Listas Rojas españolas les pongo un sobresaliente –por la información que contienen–, sin embargo a nuestras leyes con sus catálogos les pongo un cinco o un suspenso en algún caso.

¿Cómo es el sistema de evaluación de especies para incluirlas en la lista?

Es un proceso vivo a través del cual se han evaluado en el mundo unas 60.000 especies. El objetivo es llegar a las 180.000 en el año 2020. Los expertos van haciendo reevaluaciones. En la última se quitaron unas 40 especies en España. La razón es que ahora se conocen mejor y se sabe que no estaban amenazadas. La idea de poner una especie en un catálogo como este es que acabe saliendo de él. Es un motivo de alegría el que salga de la amenaza. Ahí es donde todavía la sociedad no entiende los mecanismos. Las especies no son como monumentos que se catalogan y se protegen para que siempre estén ahí: en este caso se protegen para aplicarles planes de recuperación. En España calculo que sigue habiendo un porcentaje muy alto de especies que están ahora mismo con una protección especial alta que no lo necesitan como, por ejemplo, muchas aves insectívoras. Podríamos estar hablando de entorno al 30 % de la lista de especial protección.

Puedes seguir leyendo el resto de la entrevista aquí.

Ver los comentarios