CABO DE CREUS Y CANAL DE MENORCA

Descubriendo un desconocido Mediterráneo

El proyecto internacional Ecosafimed, en el que participan España, Italia y Túnez, ha localizado vastas planicies arrasadas por la práctica del arrastre, pero también áreas de altísima biodiversidad y complejidad estructural

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España, Italia y Túnez han unido fuerzas en el proyecto Ecosafimed para promover el intercambio de información sobre las prácticas sostenibles de pesca que pueden contribuir a salvagurdar las comunidades bentónicas del Mediterráneo.

Un equipo del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC está inmerso en plena fase de campañas oceanográficas para la exploración, experimentación y adquisición de datos. Hasta el momento, han examinado el Canal de Menorca y la zona de la plataforma continental y el cañón submarino del Cabo de Creus (Gerona). Dos áreas que ya fueron estudiadas con anterioridad por el centro de investigación dentro del proyecto Life+ Indemares, que coordina la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Ambas, han sido declaradas Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) marinos protegidos en el marco de la Red Natura 2000.

El Canal de Menorca y el Cabo de Creus constituyen «zonas ideales» para tratar de responder a la pregunta «¿hay coincidencia entre las artes de pesca artesanales y el estado de conservación y de diversidad biológica?», explica Josep María Gili, profesor de Investigación en el departamento de Biología Marina y Oceanografía del ICM-CSIC. En ellas, se puede encontrar todo el rango posible de actividad pesquera, desde la más artesanal hasta el arrastre más intensivo, así como áreas con diferente estado de conservación.

«No hay especie marina que no sufra de alguna manera el impacto antropogénico»

Ecosafimed busca localizar, precisamente, ecosistemas con un alto grado de conservación en demarcaciones donde la actividad pesquera está presente. «El entender cómo se produce esta situación, aparentemente paradójica, permitirá, también, plantear nuevas medidas de gobernanza marina» que posibiliten tanto el trabajo de los pescadores como el desarrollo de los ecosistemas bentónicos, apunta Gili. «No hay especie marina que no sufra de alguna manera el impacto antropogénico», asegura el científico.

«Siempre incidimos en dos factores esenciales en nuestras recomendaciones a los pescadores: que respeten los días máximos de calada de los artes y las tallas mínimas a las que están sujetas las capturas», comenta Gili. Los pescadores, por su parte, se excusan aduciendo el bajo precio de venta -controlado por los intermediarios y centrado en la comercialización de unas pocas especies- y los elevados gastos que ocasiona la actividad pesquera para infringir las leyes que fija cada comunidad autónoma. «A esto hay que sumar el efecto de la sobrepesca y de la cada vez mayor destrucción de los fondos», puntualiza el coordinador del proyecto.

Reconfigurar las artes de pesca artesanal

Las comunidades bentónicas, que se asientan y proliferan en el fondo marino, proporcionan refugio para sus larvas y juveniles y alimento a la mayoría de peces y crustáceos. De ahí su importancia.

Los investigadores que se desplazaron hasta el Canal de Menorca y el Cabo de Creus han localizado llanuras tradicionalmente explotadas por la práctica del arrastre, y que hoy son «vastas planicies arrasadas». Pero también áreas excepcionales de altísima biodiversidad y complejidad estructural: «Auténticos oasis, que nos está permitiendo descubrir un Mediterráneo desconocido hasta ahora», se congratula Gili.

Cofradías de pescadores, ministerios -como el Magrama- y diversos organismos internacionales de pesca y de gestión y conservación del Mediterráneo participan en Ecosafimed. Cuando concluyan las campañas oceanográficas, en la actualidad en aguas italianas y en breve en las de Túnez, empezará la fase de estudio de muestras, imágenes de vídeos y el análisis y procesado de la información recogida, que se prevé se prolongue hasta la primavera de 2015. Después, llegarán la publicación de la información en la web de Ecosafimed y las acciones de divulgación dirigidas a toda la población. También se trasladarán a la Comisión Europea y las autoridades de los países participantes en el proyecto las propuestas de conservación «flexibles», «variables» y que se han consensuado para proteger las zonas más frágiles o vulnerables, limitando, por ejemplo las actividades pesqueras, regulando las artes o incluso proponiendo cambios en el diseño. «Alrededor de estas zonas se podría declarar una más amplia en la que se controle la pesca profesional en colaboración con las cofradías de pescadores locales», sugiere Gili

«Existen ayudas para desmantelar la flota y para la realización de paros biológicos, así como la subvención del gasoil. También hay planes piloto donde hay implicados arrastreros. Pero no nos consta que exista ayuda alguna para reconfigurar los artes de pesca artesanal por otras que causen menor impacto. Quizás esto cambie gracias a los resultados que esperamos obtener en el proyecto», zanja Gili.

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