Moto2 se está acostumbrando a bailar con la más fea, al menos en lo referente a las condiciones climatológicas en las sesiones de calificación. Ser los últimos siempre les genera esa incertidumbre respecto a las condiciones de la pista. Si llueve antes, por si se seca, y si el resto de cilindradas han rodado sin agua, por si se pone a llover en cualquier momento. Es en lo único en lo que la categoría puede mirar con cierta sensación de inferioridad a MotoGP. El resto de dosis pertinentes en las carreras de motos, como la emoción, la intriga y los grandes duelos dentro de la pista también brillan en la categoría intermedia. Muchos auguraban una temporada tirando a sosa debido a la baja de Marc Márquez. En apenas media docena de pruebas Moto2 se ha aupado de nuevo en el corazón de los aficionados como una referencia obligada.
No tiene dudas la afición, y tampoco las tiene ya Pol Espargaró, que tras ganar en el último Gran Premio se hizo con la pole en Assen, con unos registros no muy buenos en los que primó la prudencia.
Tras el piloto español se situó Zarco, experto en aprovechar rebufos y ruedas buenas, como lo fue la de Tito Rabat en buena parte de la calificación. El francé sigue amenazando con dar un salto de calidad que no termina de llegar. Su adaptación fue formidable, pero le sigue faltando un punto para colarse regularmente en las posiciones de cabeza.
Completó la primera fila Scott Redding, el líder del Mundial que lamentó las condiciones del asfalto pero que defenderá su primera posición en la general con uñas y dientes. Tras ellos, el propio Rabat, que cuando quiso dar un punto más en su ritmo se fue al suelo y tuvo que emplear la segunda montura del equipo de Pons. Igualdad máxima en la categoría, con Espargaró resurgiendo para asaltar el liderato de las 600cc y con un Nakagami deshinchándose un poco más cada fin de semana que pasa. Ayer sólo pudo ser decimotercero
