Un rumor se transformó en un mensaje en las redes sociales. Y desde ahí, la tormenta. Como si fuera el Cid, la alargada sombra de Jorge Lorenzo se proyectó sobre el encapotado cielo de Assen para añadir más incertidumbre a un Gran Premio de Holanda que parece más una carrera de eliminación. Los humanos ya se habrían ido para casa. Los extraterrestres que se suben en prototipos diabólicos de 1.000cc están hechos de otra pasta, y quieren correr como sea.
Con un «volvemos a Assen» Lorenzo puso todo en movimiento. A sus aficionados, por el intento de una gesta que no encuentra precedentes en la historia del motociclismo. A sus rivales, temblando con la posibilidad de verle a lomos de su Babieca particular, la M1 con el 99, y sus ‘tizona’ y ‘colada’, a las que él llama martillo y mantequilla, y lo que estaría dispuesto a hacer. El riesgo sería máximo, pero le alienta el hecho de salir desde el puesto 12 de la parrilla y pensar que, sin excesivos alardes, podría rescatar algunos puntos que quién sabe lo importantes que pueden resultar en un campeonato tan igualado como el de 2013.
Una caída, por el contrario, o resentirse de una operación producida 24 horas antes, podría dejarlo en el dique seco por más carreras. Una decisión muy delicada, sin duda, pero un gesto conmovedor. A las seis de la tarde llegó al circuito y se descartó una rueda de prensa en beneficio de pasar una noche en ‘La Catedral’, ver cómo evoluciona su clavícula y esperar lo que dictaminen unos médicos que han dejado correr a pilotos con huesos rotos y que prohibieron salir a pista a Colin Edwards en una situación bastante parecida a la que atraviesa Lorenzo este fin de semana.
En pista, Cal Crutchlow se llevó la ‘pole’ en prácticamente en el último suspiro, justo después de que Marc Márquez rebajase el tiempo de Stefan Bradl. Entre los tres se repartieron la primera fila, por delante de un Dani Pedrosa que se fue al suelo faltando cinco minutos y no pudo volver a pista. El líder del campeonato tendrá que conformarse con la quinta posición.
La Q2 de MotoGP fue apasionante, con una igualdad inédita hasta el momento y con las motos satélite disputándole las posiciones de honor a las oficiales. Valentino Rossi cedió la primera línea en beneficio de dos de ellas, la del propio Crutchlow y la de un Bradl que soñó con salir en la primera posición. Márquez, herido en los últimos libres y con dos dedos rotos (uno en la mano y otro en el pie), no lo estuvo en su orgullo. Hizo evidentes gestos de dolor, especialmente al abandonar la tensión de ir a tope y entrar en la calle de boxes, pero se guardó un tiempazo en su última acometida. Vio el casco rojo, pero se transformó en naranja al paso de Crutchlow por la bandera de cuadros. Mucho mérito y mucha fortaleza en un piloto que sigue rozando los límites y que ve la opción de meterse de nuevo de lleno en la lucha por el Mundial en su año de debut.
En la Q1 sorprendió el corte de los dos Andrea, Dovizioso y Iannone. El primero, además, tuvo un incidente con Héctor Barberá. Ambos se enzarzaron en una discusión tras un lance en la calificación y el italiano le lanzó una patada al colín del valenciano, por la que ambos perdieron un punto en su carnet. Sea como fuere, los dos se quedaron cortados. Aleix Espargaró ya estaba clasificado para la Q2, por lo que los dos puestos restantes fueron para Randy de Puniet y Nicky Hayden, salvando un poco el honor de las Ducati.
