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Los españoles toman Le Mans
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GP de Francia

Los españoles toman Le Mans

El duelo Lorenzo-Márquez abre un fin de semana intenso sobre suelo francés, donde la leyenda de las motos se mezcla con la historia del deporte nacional

17.05.13 - 00:42 -
Los españoles toman Le Mans
Lorenzo (d) saluda a los aficionados en el circuito de Jerez./AFP

A 722 kilómetros de Le Mans se encuentra una población llamada Annecy, donde ondea a media asta desde la Segunda Guerra Mundial una bandera española sobre una placa. En dicha lámina se encuentran recogidos los nombres de veintitrés guerrilleros españoles que murieron el 28 de mayo de 1944 luchando contra el cuerpo de élite alemán de los nazis. Narra una de esas leyendas moteras que solo pueden contarse en Jerez bajo el abrigo de la manzanilla y el embrujo del flamenco. En 1992 un grupo de nativos apasionados de las dos ruedas redescubrieron aquel homenaje. Lo hicieron en un año en el que el Gran Premio de Francia no se disputó en el territorio que tiene designado actualmente. Competían por aquel entonces los pilotos en el circuito de la localidad de Magny-Cours, camino de Vichy. Como había sucedido en el anochecer del siglo XX, esta ciudad, junto a las de Nogaró (en 1978 y 1982) y Charade (en 1972 y 1974), albergó el evento en detrimento de la región de los Países del Loira.

Aquellos jerezanos, con el espíritu aventurero que da nacer en sus tierras soleadas y la falta de miedo juvenil a la mortalidad, decidieron olvidar un tiempo la Expo y los Juegos Olímpicos para salir de las fronteras más allá de Andalucía. Se perdieron buscando la nueva sede gala y encontraron una insignia rojigualda que creyeron representaba el campamento base de los locos por las motos como ellos. Lo vieron como una señal. Tenían que rendir su particular distinción a esos caídos. Recogieron flores de los alrededores, algún pariente del país vecino se quedó sin su recordatorio semanal en el cementerio local y ellos prosiguieron su búsqueda con la promesa de que volverían. Lo hicieron unos años, hasta que las novias se convirtieron en mujeres, las Aprilia en hijos y las rosas en pañales para sus progenitores. La presencia física se fue, pero los recuerdos quedan. Y en mitad de esas memorias son los españoles los que invaden esta vez a los franceses en base a la inmunidad diplomática de las grandes cilindradas.

Pero como dijo José I a su hermano Napoleón en una de sus múltiples cartas, los españoles lo mismo están por la mañana matándose entre ellos que por la tarde siendo hermanos de sangre en pos de enfrentarse a un enemigo común. Como se demostró en Jerez, ante la mirada del único placer a asfalto que les queda a esos Don Quijote de antaño, ahora hay un contrincante único al que enfrentarse: los de su propia nacionalidad. No hay rival unánime por el que solidarizarse. La Ducati de Dovizioso seguirá con su gripe asiática mutada al estilo italiano. Valentino Rossi aún continúa buscando su sonrisa entre los fantasmas de un pasado efímero que siempre fue mejor para él. El único que podría hacer frente es un británico, Cal Crutchlow, al que nadie hace caso desde hace tres meses en sus peticiones de lograr mejoras.

Ante este panorama ya se percibió entre la brisa gaditana que sería un año de batallas personales y no de luchas contra el extranjero. En suelo francés no será distinto. Como dicen los galos cuando se acerca el verano: «Les Espagnols sont ici». Los pilotos de MotoGP serán los primeros «morenos de aspecto rudo aunque con alma de héroes» en llegar, como los describió el general Kindelan, mientras se va derritiendo la nieve del Pirineo. La marcha real ya está dispuesta en la megafonía de todo estadio francés, desde París hasta la Bretaña, preparada para darle al 'play'. El duelo Lorenzo-Márquez en la curva del primero solo significó el principio de una epopeya más que quedará escrita en los anales de la máxima categoría. Le pasó al mallorquín con Pedrosa y todavía le sucede a Espargaró, un escalón por debajo, cuando ve al de Cervera en lo más alto, entre la envidia y la admiración por lo que algún día él podrá ser. Le Mans solo será una mueca más en el anecdotario. En esta ocasión las Honda vuelven a ser favoritas, ya que el autódromo beneficia la gran potencia del equipo Repsol. Pero Yamaha tiene a Jorge Lorenzo, un bicampeón que tiene el gen español: perdona, pero no olvida.

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