Rosario Porto en una imagen tomada durante el juicio que se celebra en Santiago
Rosario Porto en una imagen tomada durante el juicio que se celebra en Santiago - efe

Asunta ingirió dos tipos de sedantes «de forma repetitiva» en los meses previos a su muerte

Los toxicólogos interrogados han aclarado que, con la dosis consumida, la menor tendría dificultades para caminar y para defenderse de una agresión

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Las analíticas del pelo y del contenido gástrico de la niña Asunta Basterra han centrado la sesión de juicio de este martes, que enfila ya su última semana. Según los toxicólogos interrogados, en el estómago de la fallecida se encontró una masa densa con restos visibles de comida que ayudó a los peritos a fijar la hora de la última comida de la menor entre 3 y 4 horas previas a su muerte. Los toxicólogos encargados de analizar estas muestras también han revelado durante la sesión de hoy que el contenido de lorazepam detectado en sangre estaba en un rango tóxico que, en su pico de afectación, comprometería la capacidad de la víctima para caminar y para defenderse de una agresión.

El análisis del cabello, por su parte, ha puesto sobre la mesa un consumo repetido de dos tipos de benzodicepinas durante al menos los dos últimos meses de vida de Asunta Basterra. No es posible detectar si las dosis eran diarias, ni en qué momento se ingerían. A preguntas de la acusación particular, los peritos citados también han reconocido que en ninguno de sus estudios hallaron restos de los presuntos antihistamínicos que la niña podría haber consumido para atajar su alergia, atendiendo al relato de sus padres sobre los «polvos blancos» de los que la menor habló con una profesora. En el momento de su muerte, Asunta Basterra tenía 0,55 miligramos de lorazepam por litro de sangre. Una cantidad que, al empezar a absorberse, produciría somnolencia e incluso mareos. Los efectos de los medicamentos van a más a medida que la digestión avanza, tal y como han aclarado los interrogados.

Esta declaración confirma la teoría elaborada por el médico forense que se encargó de la autopsia de la menor y que dató el momento de la muerte entre las 16 y las 20 horas del 21 de septiembre. Según los padres, ese día comieron entre las 14.30 y las 15.30 horas y, en una declaración previa, dos expertas toxicólogas afirmaron que la niña consumió los 27 orfidales durante el almuerzo de mediodía o después, y «nunca antes».

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