Ramos de flores, en el lugar donde depositaron el cuerpo de Asunta
Ramos de flores, en el lugar donde depositaron el cuerpo de Asunta - miguel muñiz

Caso Asunta: dos años de incógnitas

En el segundo aniversario de la muerte de Asunta Basterra y, a una semana de que arranque el juicio por el crimen, ABC repasa el relato de los hechos de uno de los casos más mediáticos de los últimos tiempos.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las extrañas circunstancias que rodearon la muerte de la pequeña Asunta Basterra no tardaron en convertir este crimen en uno de los más mediáticos de la crónica negra española. Su cuerpo apareció en una cuneta de Teo en la madrugada del 22 de septiembre de 2013, poco tiempo después de que sus padres presentasen una denuncia por su desaparición en la comisaría de Policía de Santiago. Incluso portaban fotografías de la niña para facilitar su identificación. La comunicación de que el cadáver de su hija había sido localizado cerca de la casa familiar no tardó en llegar. Y con ella, el encadenado de pesquisas que derivó, al cabo de tan solo unas horas, en la primera de las detenciones, la de la madre de la víctima.

Muy conocida en los altos círculos compostelanos, Rosario Porto es abogada y llegó a heredar de su padre el título de cónsul, por lo que la noticia de su implicación en el crimen no pasó inadvertida en la ciudad. El impacto se confirmó con el arresto del padre de Asunta, Alfonso Basterra, un periodista que primero acudió al entierro de la pequeña y después se sentó ante el juez instructor para defenderse de las acusaciones que pesaban sobre la pareja. Las explicaciones —en las que uno y otro coincidieron— no bastaron para convencer al magistrado Taín de su inocencia, por lo que su ingreso en la prisión de Teixeiro fue inmediato.

La data de la muerte, clave

La presunta implicación de la pareja en el asesinato de su hija se fue enriqueciendo con las filtraciones de la instrucción. No tardó en salir a la luz que en el cuerpo de Asunta se encontraron restos de ansiolíticos que le fueron suministrados de manera continuada durante los meses previos a su muerte. Los medicamentos habrían sido adquiridos supuestamente por Basterra, y usados para anular la voluntad de la menor, que murió asfixiada con una almohada o un objeto blando. En este punto, las autopsias incorporadas al sumario apuntan datas distintas para la hora del fallecimiento.

A medida que los entresijos de las indagaciones policiales se hacían públicos, los más cercanos al matrimonio (en el momento del crimen ya estaban separados) y a la propia Asunta empezaron a hablar. El relato de los allegados dejó al descubierto un robo fingido y varias llamadas de atención de la niña, que llegó a alertar de que estaban intentando acabar con su vida. Trufada de informaciones sin rumbo, en la narración de los meses previos al crimen también se colaron episodios de celos y dependencia en la pareja, además de presuntas desatenciones hacia Asunta, que habría pasado largas temporadas con su madrina.

Sin un móvil aparente (una de las bazas que los acusados jugarán en el inminente juicio), se llegó a plantear la hipótesis de que los imputados quisieron acabar con la vida de la niña porque Asunta se habría convertido en un estorbo para ellos, pero no hay datos ni pruebas que por el momento confirmen esta versión. Será a partir del próximo martes, fecha fijada para el arranque del juicio en Compostela, cuando las piezas del puzzle empiecen a posicionarse y la verdad de lo ocurrido emerja en base a las pruebas y a los testimonios de los más de 80 testigos que están citados a declarar.

Ver los comentarios