La muestra de Criado estará abierta al público hasta el próximo 30 de agosto
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«Cadaquén que pense o que queira…»

La nueva propuesta expositiva del Museo Provincial de Lugo recoge tres de las más célebres series de Felipe Criado

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Santander, Pompeianas y Paraguas, tres de las más célebres series de Felipe Criado cuelgan de las paredes del Museo Provincial de Lugo, muestra que homenajea al pintor asturiano con una cuidada selección de obras pintadas en sus últimos cuatro años de vida. Falleció en La Coruña en 2013. La que podría ser la última pieza del artista, «Cadaquén que pense o que queira (Entropía), 2012», da nombre a esta propuesta expositiva comisariada por Antón Castro y que, según este experto, le posiciona «en el terreno de una reflexividad que le acompañó toda su vida, acentuando la dimensión conceptual de una pintura siempre figurativa y de raíz clásica, que se relevó contra los códigos y los modelos impuestos en cada momento».

Las obras expuestas y que resumen en términos estéticos su largo y denso proyecto artístico, glosan las corrientes que marcaron su identidad y terminaron por definir sus lenguaje: mujer, belleza, memoria-recuerdo, compromiso, ironía, clasicismo, naturaleza-paisaje, espacio-movimiento, dibujo y pintura. Castro, en su texto sobre la exposición, hace referencia a un vídeo-proyección realizado dos años antes de su muerte, en el que el protagonista es el propio artista y el escenario su estudio en Mera, que «amplía el conocimiento sobre las claves de su obra y acerca el perfil de un creador que defendió siempre aquello en lo que creía».

Santander. Iniciada en 1994, tras unos años de pausa, el artista la retoma en 2009 con motivo de su exposición en el MAC. Parte de un acontecimiento que, como relató el propio artista y recoge Castro, le marcaría para toda la vida: el bombardeo de la ciudad de Santander, donde pasó parte de su infancia, por la aviación alemana de la Legión Cóndor, el primer año de la Guerra Civil española, y que también recoge en su discurso de entrada en la Real Academia Galega de Nuestra Señora del Rosario en 1996. Un acontecimiento traumático que serviría a Criado para «llevar a cabo algunos de sus cuadros más radicales en cuanto a estética y compromiso», señala el comisario. Este queda representado en la muestra con cuatro obras de gran formato y una treintena de dibujos.

Pompeianas. La aborda el artista en 2006 tras un viaje a Pompeia, ciudad asolada por la erupción del Vesubio. De nuevo, vuelve recorre el dolor y el drama que vivieron las sociedades en todas las épocas de su historia, de manera que «actúa como una peculiar metonimia de las catástrofes históricas y contemporáneas», apunta Castro. Lo hace a través de la figura de la mujer, su fetiche pictórico e identitario, en términos de iconografía desde el inicio.

Paraguas. Una gran instalación mural de seis cuadros que alcanza los cinco metros de altura es «el colofón ideal del tanta veces citado clasicismo que definió a Criado en sus últimos 30 años», recoge Castro, quien resume la obra del autor como «el resultado de un acto emocional y placentero, clásico y expresionista, que rompe las tonalidades locales y la posibilidad de climatizar las sensaciones».

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