Crónicas Atlánticas

El boomerang de Besteiro

Poco sentido común tiene el político que utiliza las investigaciones judiciales para sacar beneficio

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El secretario general del PSdG está probando su propia medicina: obligó a renunciar al alcalde de Lugo a seguir siéndolo y cambió al candidato a presidente de la Diputación, en ambos casos por estar imputados, y ahora es él quien tiene que ir a dar explicaciones a la Justicia por su etapa como concejal de Urbanismo en la ciudad de la muralla romana. Las torres del Garañón le privan por el momento de ser senador y parece que pueden traerle aún más disgustos.

Es lo que tiene la demagogia: que suele actuar como un boomerang... ¡vuelve! Y a veces lo hace para golpear en la cabeza a quien lo ha lanzado. Poco sentido común tiene el político que utiliza las investigaciones judiciales para atacar a sus contrincantes: salvo casos de pruebas flagrantes, hacer dimitir a todos los imputados generaría una oleada de denuncias cuyo único objetivo sería mandar a su casa a los políticos de signo contrario.

Ejércitos de abogados se dedicarían a buscar recovecos legales que permitan abrir procesos, que luego acabarán en condena o en absolución, pero con el daño ya hecho.

Supondría un absurdo entrar en esa espiral que proponen las nuevas formaciones políticas porque adelantarse siempre trae consecuencias perversas y eso es algo que le va a acabar pasando factura a Gómez Besteiro: será inocente o culpable, lo sabe él y lo determinará un juez, pero sus actos anteriores, su comportamiento con contrincantes políticos e incluso con miembros de su propio partido —que se lo digan a «Pachi» Vázquez— le obligarán a apartase, por coherencia, como secretario general de los socialistas gallegos si después de declarar el día 31 la justicia lo mantiene imputado.

Además, lejos de quejarse, tendrá que dar gracias si no acaba viéndose sometido a un proceso kafkiano como el de la «operación Pokemon», con años de instrucción que no finalizan ni tiene visos de hacerlo, filtraciones de secretos de sumario que condenan a penas de telediario a los implicados sin haber pasado por ningún juicio e incluso con imputados por grabaciones de voces de otras personas. ¡Que Dios lo coja confesado!

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