Vista de la factoría coruñesa
Vista de la factoría coruñesa - MUÑIZ

Los siete trabajos de Hércules de Armamento

La nueva concesionaria de la Fábrica de Armas coruñesa ya ha firmado ocho preacuerdos comerciales y cuenta con exportar armas a países como Chile o Estados Unidos

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El 10 de octubre de este año, una resolución de cuatro páginas de la Secretaría de Estado de Defensa estableció la primera piedra para el renacer de la Fábrica de Armas de La Coruña. «Resuelvo formalizar mediante el presente documento administrativo el otorgamiento de la concesión demanial en favor de Hércules de Armamento S.L.», concluía el texto. Los motivos que justificaban que la Mesa de Adjudicación se inclinase por esta oferta en detrimento de la del Grupo IFFE, una escuela de negocios de Oleiros, se detallaban líneas más arriba. El plan de negocio de Hércules de Armamento (HdA) obtuvo «puntuaciones claramente superiores» a las del IFFE. En el epígrafe «Acuerdos comerciales», concretamente, «HdA presentó ocho cartas firmadas en las que otras tantas empresas ofrecen su colaboración, frente a la mera declaración unilateral de IFFE donde dice haber mantenido contactos verbales con diversas empresas», explicaba, contundente, el Ministerio de Defensa.

El reto de HdA era, pues, demostrar que los planes que habían ilusionado a la cartera de Pedro Morenés podían hacerse realidad. Que la fábrica de La Coruña, que había ido perdiendo fuelle desde la venta, en 2001, de la antigua Empresa Nacional Santa Bárbara a la multinacional americana General Dynamics (GD), podía volver a vivir. Su anterior dueña había llegado a España atraída por los sustanciosos fondos que se iban a dedicar al Programa Leopard de fabricación de tanques. Nunca le vio utilidad a la planta coruñesa, especializada en la fabricación de armamento ligero, por lo que poco a poco la fue dejando agonizar, sin contratos y con cada vez menos plantilla.

Los trabajos que tiene que afrontar Hércules de Armamento, tan arduos como los de su homónimo grecorromano, son siete: fabricar armamento para otras empresas, conseguir abarcar todo el proceso productivo de armamento, abrir nuevas líneas de negocio, desarrollar su I+D+i para registrar patentes propias, obtener contratos públicos a nivel internacional, generar tanto empleo como han prometido y formar a nuevos especialistas.

La lucha por salvar la planta

Por casualidades del destino, el nuevo director de la factoría de Pedralonga será Ramón Mejuto, el mismo que intentó conseguir contratos con empresas aeronáuticas y fue censurado por GD, el exdirector que tuvo que echar el cerrojo a la fábrica en junio de 2013. Pero sin su canto de cisne posiblemente hoy no estaríamos hablando del renacer de la fábrica: tanto Mejuto como el máximo responsable de HdA, Juan Gómez, se decidieron a evitar que los americanos se llevasen la maquinaria puntera de Pedralonga, su máquina de nanotorneado, la de soldadura por haz de electrones, que le dan un incalculable valor al complejo. De la primera, por ejemplo, no hay más de trece en España. La soldadora es única en el país.

Para ello, se reunieron con Morenés y le presentaron documentación que probaba que todos esos bienes de alta tecnología eran de su titularidad, pues habían sido adquiridos por GD con cargo al erario público. Al poco tiempo, un inspector de Defensa apareció por La Coruña y comprobó en los documentos que, efectivamente, los utensilios de la fábrica debían quedarse donde el ministerio decidiese.

Un ejército vestido en Galicia

Los cinco talleres que hay en la superficie que le fue concedida a HdA (dos de ellos disponibles para la fabricación de nuevos productos) aspiran a abarcar todo el proceso productivo de armamento. Como dicen ellos, a vestir un ejército de la cabeza a los pies. Desde armas ligeras, su especialidad, hasta torretas para tanques, pasando por unos chalecos antibalas por los que ya se ha interesado un país árabe.

Las dos forjadoras que tiene la ciudad son las que más fama tienen en Europa. En todo el continente no hay más de siete. Uno de los acuerdos que tiene HdA es con la empresa alemana Walther, que elaborará en La Coruña los cañones rayados de sus armas, que la exclusiva forjadora de Pedralonga hace como ninguna. Otro contrato puede estar al caer: el fabricante Hechler & Koch ha reconocido que en Galicia pueden fabricarse mejores armas que en Alemania, lo que podría abrir camino a una probable subcontratación.

La soldadora por haz de electrones, única en España, es uno de los activos más importantes de la fábrica. Con este imán, la Fábrica de Armas pretende captar toda la demanda nacional de soldaduras virtualmente irrompibles. Hoy día, varias empresas españolas están enviando sus piezas al extranjero, a precios astronómicos, para que se lleve a cabo este proceso.

HdA también tiene en sus planes resucitar un fusil muy apreciado por los cazadores: el Mauser Coruña. El propio ministro Morenés asegura que tiene dos. Ahora, la planta volverá a fabricar su arma más emblemática, en principio con una edición limitada de 1.000 unidades destinada casi en exclusiva al mercado norteamericano.

Y es que la Fábrica de Armas de La Coruña aspira, según sus nuevos dueños, a ser la punta de lanza de un Clúster del Armamento que creen que sería muy factible en Galicia. La comunidad es, aunque en muchas ocasiones pase inadvertido (precisamente por las peculiaridades del sector) una potencia en cuanto a empresas dedicadas a la defensa, con la compostelana Urovesa y varias empresas en Orense y Vigo dedicadas a la elaboración de piezas.

En busca de patentes

La empresa que lideran Juan Gómez y Ramón Mejuto parte del convencimiento de que, en el mundo armamentístico, los márgenes económicos derivados de la fabricación son mucho menores que los comerciales. Aseguran que la escasa rentabilidad de la planta en la era GD se debía al empeño de los norteamericanos en que se fabricasen exclusivamente armas para otras marcas, renunciando así a los suculentos beneficios derivados de comercializarlas y distribuirlas, que se podrían traducir en más puestos de trabajo.

Hércules de Armamento no va a repetir esta estrategia. Su cúpula quiere obtener patentes propias, es decir, diseñar armas y piezas, y venderlas, buscando contratos con empresas y Estados deseosos de provisionar a sus ejércitos. Así pues, hoy día cuenta ya con un equipo de diseñadores, con asesores procedentes de la milicia y con expertos en armamento para detectar posibles nichos de mercado en una época que también es de cambio para los Ejércitos de todo el mundo.

Paralelamente, el departamento comercial que encabeza Gómez e incluye a vendedores alemanes de prestigio se convertirá en un equipo de «buscadores de contratos públicos». Además de los ocho preacuerdos con empresas privadas que decantaron a su favor la balanza de la adjudicación, están surgiendo «varias opciones muy, muy serias con las que no se contaba», aseguran desde HdA. Chile, Estados Unidos o Sudáfrica serían algunos de los países a los que llegarían las primeras armas coruñesas.

La compañía está ahora trabajando a contrarreloj para abrir en «cinco o seis meses» sus puertas. Por el medio hay un complicado proceso burocrático que envuelve siempre a este sector. Más de un millón de euros en avales y muchas solicitudes de homologaciones PECAL e ISO. Todo es poco para que el principal pulmón industrial de La Coruña vuelva a respirar.

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