Imagen de Císcar y Fabra en sus escaños de las Cortes
Imagen de Císcar y Fabra en sus escaños de las Cortes - ROBER SOLSONA
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Fabra apuesta por Luisa Pastor para la Diputación de Alicante y relega a Císcar

El presidente no quiere que su número dos en el Consell gane más peso orgánico en el territorio alicantino; Císcar planteó al jefe del Consell hace unos meses su renuncia al cargo de vicepresidente, pero Fabra lo frenó

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El pulso por posicionarse en el PPCV con vistas a las elecciones autonómicas y locales del próximo 24 de mayo sigue en todo lo alto. El capítulo que protagonizó el pasado viernes el presidente regional, Alberto Fabra, con los tres presidentes provinciales del partido – Alfonso Rus, Javier Moliner y José Císcar– amenazaba con continuar porque allí no se acordó blindar al líder autonómico como candidato.

Ya al día siguiente la dirección provincial alicantina dejó claro que desean «más peso» tanto en las instituciones como en el partido, para que esa representación sea acorde al número de afiliados del partido en la provincia: la más alta de la Comunidad.

Nada es fruto de la casualidad en política y tampoco este aviso.

Y es que Alberto Fabra ya ha decidido que, si es el candidato a la Presidencia de la Generalitat, no apoyará que José Císcar, vicepresidente del Consell y presidente provincial del PP alicantino, sea el elegido para presidir la Diputación provincial en caso de éxito electoral.

La idea de Fabra, que solo el tiempo y Mariano Rajoy dirá si puede o no mantener, es la de que repita Luisa Pastor –actual presidenta de la Diputación de Alicante– al frente de la corporación provincial. De hecho, las fuentes consultadas aseguran que Fabra ya se lo ha comunicado a Pastor en las últimas semanas.

Císcar ya lo sabe

Esta situación también la conoce el presidente provincial alicantino, y ha ahondado en su sensación de aislamiento. En la comida del pasado viernes poco se pudo hablar porque el escenario elegido era una mesa en mitad de un comedor abarrotado, por lo que tratar asuntos espinosos fue difícil. Ahora bien, Císcar ya le esbozó su intención de luchar por ser el presidente de la diputación provincial, a lo que Fabra habría contestado que no tiene preferencias.

La realidad es que el líder de los populares valencianos no quiere que su número dos en el Consell gane más peso territorial y se pueda ver más cuestionado en los próximos meses. El espacio que le queda a Alberto Fabra en clave interna es escaso, pese a que fue elegido presidente con el 81,3% de los votos en el congreso regional de Alicante celebrado en mayo de 2012.

Este apoyo parece alto, pero en realidad todos los presidentes desde la época de Eduardo Zaplana habían salido elegidos por el 98% o más. La excepción fue la de Francisco Camps en su primera elección en 2004 que salió con un 78% de los votos por su enfrentamiento con el sector zaplanista.

Fabra tuvo la fuga del 18,7% de voto en blanco causado por el malestar existente en distintos sectores del partido por la designación de Serafín Castellano como nuevo número dos, a quien años más tarde ha sustituido por Isabel Bonig.

Los motivos de esa «falta de partido» para Fabra son claros y también son diversos. La gestión ha sido muy difícil estos años a causa de la herencia económica muy complicada por la caída de ingresos, la infrafinanciación que diseñó el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero y las malas decisiones económicas del Gobierno de Francisco Camps en su última etapa.

Además, algunas decisiones como el cierre de Radiotelevisión Valenciana le han granjeado a Fabra todo tipo de enemistades en el mundo local del PPCV, ya que se ha sometido a cierta «invisibilidad» a sus dirigentes. Además, el resultado de las elecciones europeas condicionó también el «tirón» de Fabra, quien probó las mieles de un triunfo amargo del PP en la Comunidad pero que no escondió la pérdida de 476.000 votos.

A ello hay que sumar otros factores. El presidente provincial del PP de Valencia, Alfonso Rus, tiene la provincia bastante controlada y su carácter, incompatible con el del presidente regional, ha supuesto más de un encontronazo público.

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, hace tándem en esta cuestión con Rus por lo que la «entrada» que Fabra intentó en la provincia y la ciudad de Valencia de la mano de Serafín Castellano ha resultado fallida.

En Castellón, Javier Moliner ha protagonizado una reestructuración del partido –no exenta de polémicas con los defensores de Carlos Fabra– pero a día de hoy se puede decir que controla ampliamente el territorio castellonense. Fabra se siente allí más cómodo y su figura no genera tanto debate, pero el peso poblacional y de afiliados es muy inferior al de Valencia y Alicante.

Es por ello que tener peso en Alicante es importante. Allí Fabra ha sufrido encontronazos serios con la alcaldesa de la capital alicantina, Sonia Castedo, mientras que mantiene una buena relación con la presidenta de la Diputación, Luisa Pastor, quien ahora centra más su actividad en salvar la mayoría absoluta en San Vicente del Raspeig. La apuesta del presidente regional por Pastor se ciñe a esta situación de colaboración, a la par que el proyecto político de Pastor es de «corto recorrido» y será disciplinada con lo que decida Fabra.

Ciclo de ocho años

Frente a ello destaca la aspiración de José Císcar de cubrir de un ciclo de ocho años como presidente de la Diputación alicantina. Esto, unido a la presidencia provincial del partido, que actualmente ya ocupa, dificultaría las opciones de Fabra de ganar adeptos en la provincia.

Y es que los desencuentros entre el presidente y el vicepresidente han ido en aumento con el paso de la legislatura. Hasta el punto de que hace unos meses José Císcar presentó a Fabra su renuncia al considerar que el jefe del Consell «no confía en él».

La investigación sobre quién pudo filtrar algunos documentos relativos al presidente y a su secretaria autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones, Esther Pastor, aumentaron la presión sobre colaboradores muy cercanos a Císcar.

No obstante, la relación se había deteriorado mucho antes, cuando el vicepresidente pasó de encargarse de todos los temas espinosos del Consell ( la venta del Valencia CF, el aeropuerto de Castellón...) a centrarse en sus competencias y dejar la portavocía.

La renuncia de Císcar fue frenada por el propio Alberto Fabra, quien vio que podría acabar afectando a su imagen en un momento clave en el que el PP nacional perfila las candidaturas autonómicas. La apuesta de Fabra por Luisa Pastor no ha hecho sino elevar la tensión.

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