Danira Costa, una de las mejores colocadoras de la Superliga de voleibol, posa para ABC
Danira Costa, una de las mejores colocadoras de la Superliga de voleibol, posa para ABC
DEPORTE FEMENINO

Superación frente a la red

Danira Costa, jugadora del Avarca de Menorca, es una de las colocadoras con más futuro del voleibol nacional

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Palabras claras, mayúsculas y resolutivas son las que utiliza para hablar de lo que su deporte significa para ella: pasión y enamoramiento. Fundamentales y claves para el deportista que es veraz y que cautiva a su interlocutor cuando le desgrana una vida unida a las pistas de parqué, a la pelota y a esa red que hace de mediana entre la gloria y la derrota, que deba servir en todo caso para seguir caminando por lo suyo con pasos solventes. Danira Costa Aragón (Almoradí, Alicante, 7/1/1992) crece en el voleibol y sueña con lograr grandes retos.

Para la jugadora internacional del Avarca de Menorca, de la Superliga femenina, su disciplina le viene de cuna. Su padre y su madre fueron jugadores de voleibol.

Nunca necesitó un empujón para dejarse agarrar desde sus adentros por este deporte. Lo decidió ella: «Sobre los once años, le pedí a mi padre que me apuntase a un club porque me gustaba muchísimo. Siempre le pedía jugar con él en el patio de casa o cuando íbamos a cualquier pabellón. Siempre que iba con ellos a algún partido, le pedía tocar con él. Se convirtió pronto no en algo que me gustaba muchísimo, sino en una pasión. Supe que quería llegar muy lejos en este deporte, que quería por lo menos intentarlo».

Danira estuvo entre los 13 y los 14 años en el centro de alto rendimiento de Cheste y luego, con una tierna madurez y dispuesta a aparcar su vida adolescente, se marchó al centro permanente de Soria. «Terminé los cuatro años que estuve en Soria, pero obviamente fue mucho más duro de lo que pensaba. Con catorce años no eres consciente de lo que iba a ser. Estaban tus compañeras, tus entrenadores, pero no estaban tus padres, no tienes ese referente. Me encontré con dificultades lógicas, pero también me ayudaron bastante para ir por el camino que sigo ahora», explica. Una vez finalizó su periodo en Soria jugó en el UCAM Murcia, de Superliga 2, en la temporada 2010-11; en el Universidad de Burgos en la 2011-12; y desde la campaña siguiente en Menorca (primero como Valeriano Allés, luego como Avarca).

Destaca la jugadora la filosofía que tiene el club y lo importante que es que sean modelos para la base. Danira, de 22 años, traslada a quienes empiezan en su deporte o cualquier otra disciplina «que aprendan a escuchar, porque es algo importante y que estamos perdiendo. Que sean pacientes. Que si les gusta realmente que se impliquen todo lo que puedan y que no se den nunca por vencidos porque por momentos se pueden encontrar con más dificultades que alegrías. La alegría hay que buscarla en el día a día».

Orgullosa de lo hecho hasta el momento, disfruta de su etapa en Menorca -«cuando llegué encontré una población que conocía mucho el voley y que además es bastante exigente porque han visto muy buen voleibol estos últimos años»- y ensueña con un largo camino, pero de momento ya escruta experiencias que le ha dado el voleibol: «Me llena tanto trabajar día a día este deporte que soy feliz. Me he llevado muchísimas satisfacciones. Me ha hecho crecer como persona, como amiga, como compañera, como hija...». Ella no escatima en esfuerzo y dedicación, lo mínimo que le debe dar un deportista a su disciplina y subraya que «cada día voy a entrenar con unas ganas de trabajar enormes; todos los días me planteo objetivos, intento sacar una versión mejorada de mí».

El voleibol, como muchos otras disciplinas minoritarias, y más cuando se compite en categoría femenina, implica que los deportistas se preparen para la competición mientras lo compaginan con estudios o trabajo. Danira estudia Historia del Arte en la UNED. Reivindica que se valore el trabajo que en todos los equipos se hace y que se tienda hacia una dedicación profesional.

Crecimiento de la Selección

No es para menos. Se trata de un deporte exigente y que precisa del esfuerzo de quien lo practica en el alto rendimiento. «Un jugador de voleibol necesita aproximadamente unas diez mil horas para empezar a dominar la pelota con cierta calidad. Imagina la de horas que tenemos que entrenar con calidad para que la pelota haga lo que nosotras queremos. Es un deporte muy repetitivo. Hay que echarle muchas, muchas, muchas horas. Hay aspectos tácticos, físicos, técnicos, estratégicos,…», comenta la colocadora del Avarca Menorca.

España está lejos de potencias como «Italia siempre ha sido un país referente. En Polonia también se vive el voleibol de una manera impresionante. Allí, en lugar de aparecer los jugadores de fútbol en los carteles publicitarios, salen los jugadores de voleibol. Es prácticamente primer deporte. Alemania es una muy buena liga, así como Bélgica o Francia, donde hay bastantes jugadoras españolas». Ella no descarta en el futuro vivir una experiencia en otra liga.

Un escaparate para ello es la selección absoluta. La jugadora alicantina fue convocada por primera vez el pasado verano. «De momento, miramos al verano próximo y hay unas posibles Universiadas y una liga europea. El grupo ya ha estado este pasado verano junto. A ver si el próximo estoy ahí, que ojalá porque no soy quien para decidir, y esperamos que podamos empezar con buen pie y que el equipo se haga fuerte y se marque objetivos reales. ¿Los Juegos? Siempre son el sueño?», concluye.

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