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Astorga y el PP

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El Partido Popular de Astorga no es ajeno a la transición que vivió la derecha española. Originario de Alianza Popular de personalidades locales provenientes de puestos directivos del Anterior Régimen los cuadros dirigentes herederos de esa vieja estructura democratizaron el país a golpe de ley y de sufragios cada vez menos acomplejados. En la Bimilenaria, un día la ciudad tradicional por antonomasia se levantó democrática y liberal. Un joven profesor de Literatura con un grupo de amigos y afines, apadrinados entre una Iglesia con marcado acento social y una burguesía económica de nuevo cuño, se coló en el nuevo ruedo político manejando como un encaje de bolillos el Ayuntamiento durante casi 20 años. Y daba igual que lo más rancio de la Astorga conservadora y lo más joven de la derecha centrista se unieran bajo un mismo formato.

Astorga fue y sigue siendo un feudo de cultura y de derechas capaz de convivir con una izquierda moderada en las formas.

Hace semanas, las comarcas que conforman el partido judicial no salían de su asombro ante el cisma entre Caín y Abel del PSOE astorgano. Queda por ver quién es quién de estos personajes con respecto a la alcaldesa, Victorina Alonso, y el exalcalde, Juanjo Perandones. Lo cierto es que por vez primera se han conjurado dos situaciones que pueden romper la inercia y el equilibrio que desde el inicio de la democracia se producía en Astorga. Por un lado el PSOE se ha partido en dos, los «históricos» y los «herederos» que no quieren ser interferidos; por otro, el PP ha encontrado un hombre de consenso, el profesor Arsenio García Fuertes, conocido más por su faceta de experto historiador que por su condición política. Tanto si el PP cuida su campaña, como si la tercera fuerza en discordia, los leonesistas de Peyuca, crecen moderadamente, un ciclo histórico culminaría.

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