el callejón del gato

El tres más dos

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Terminará la legislatura y seguiré sin comprender a Wert: cuando el partido de su gobierno apuesta por el perfil bajo y la venta de logros, el ministro se descuelga con un polémico decreto de duración de grados, rechazado por la comunidad universitaria. En el fondo significa una vuelta atrás, cuando el sistema admitía las diplomaturas, concebidas para una rápida inserción en el mercado laboral de los estudiantes, y se crea más confusión en una universidad que igualó en cuatro años las carreras de siempre con las diplomaturas, al amparo de Bolonia. El resultado fue la multiplicación exponencial de los grados, muchos de ellos con pocos alumnos, como ocurre en Castilla y León, pero que evitó reestructuraciones de la plantilla docente en un consentido ejercicio endogámico.

No se entiende que los rectores, que en un número significativo concedió el placet (luego votaron un aplazamiento) y el Ministerio propongan un cambio, cuando el plan de Bolonia cuenta sólo con cinco años de existencia ¿Significa la propuesta el fracaso de Bolonia? No existen estudios que lo avalen, aunque sí la impresión de que lo implantado con premura, no sirve. Pero estas intuiciones ¿se basan en la utopía de un sistema diseñado en despachos y no en aulas? ¿son consecuencia de una homogeneización curricular imposible? ¿han faltado recursos económicos para implementarlo? ¿se puede achacar a un alumnado al que se le exige madurez y preparación para trabajar por su cuenta, pero que llega a la universidad sin estas cualidades? ¿o bien está motivado por el anclaje de los profesores en obsoletas pedagogías? De todo hay y se esperaría del rigor universitario datos contrastados. El cambio por el cambio es una frivolidad.

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