impertinencias liberales

Prejuicios periodísticos

Una idea absurda e ingenua del poder, claro está, pero que se ve que cuenta con una legión de seguidores

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Nada resulta más grato al periodismo que la confirmación de un viejo prejuicio, particularmente si es contra el libre mercado. Solo así puede entenderse la acogida dada al trabajo de fin de grado de un alumno de la Universidad de La Laguna sobre el mapa del poder en Canarias, trabajo que ya ha sido vampirizado por un profesor que comparte esos mismos odios atávicos por todo lo que pueda ser iniciativa privada y función empresarial.

En la página web donde se solicitan donaciones para ampliar el trabajo se observa, también, la foto de una boda a la que asistió el ministro José Manuel Soria y en la que se le ve acompañado de algunos importantes empresarios del archipiélago. ¿Qué hay de reprensible en ese acto privado? No parece que mucho, pero una foto sin contexto y señalando a los presentes pudiera dar a entender que allí se fraguó algún negocio millonario a expensas del interés amplio de los canarios.

Esto es lo que llama la atención de los periodistas, con su estatolatría y su canesú, quienes pretenden hacernos creer que el gobierno ha de ser desempeñado por seres angelicales que no tienen familia, amigos ni relaciones de ningún tipo, lo que les liberaría de caer en la tentación de favorecer a conocidos, siendo ésta la mejor garantía de una acción neutral y benemérita. Una idea absurda e ingenua del poder, claro está, pero que se ve que cuenta con una legión de seguidores.

Flaco favor se hace al proyecto si cualquier asunto se presenta de forma sospechosa, bien sea un desayuno de trabajo de una organización privada donde se discute con empresarios y directivos los presupuestos de la comunidad autónoma, bien la coincidencia en un acto social ajeno a las actividades ordinarias de los asistentes.

Lo anterior no obsta para considerar también excelente la iniciativa de Raúl Sánchez, empeñado en ampliar los magros límites contemplados en la Ley de Transparencia, exigiendo —eso dice en su web— saber qué se dice y acuerda en muchas de las reuniones que mantienen nuestros dirigentes con empresarios, algunos de los cuales han defendido la idea de que debería levantarse acta de esos encuentros. Probablemente, son aquellos que sí pueden presumir de una acción empresarial fecunda al margen del poder.

Otra cosa es que alguna vez deberá acreditarse la enorme capacidad de intervención que tienen nuestros políticos, que mandan mucho y sobre muchas cosas. Y es ahí donde, quizás, empiecen las sorpresas entre tan abnegados periodistas.

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