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Entre absurdos e incoherencias

La mayoría de los canarios apostamos por unas Islas más ricas y con un nivel de vida superior al actual

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Me opongo a las prospecciones, pero si los sondeos son positivos, exigiré la titularidad de los hidrocarburos que se extraigan. Y, además, exijo competencias en el mar «para vetar que se saque crudo». Así de absurdo e incoherente se ha manifestado el presidente Rivero. Porque si fuese coherente, lo que tendría que hacer es exigir el precinto del lugar donde se produzca el hallazgo. De acuerdo con estas declaraciones del jefe del «paulinato», los canarios podríamos habernos ahorrado dos millones de euros gastados en campañas publicitarias y aceptado la exploración de la zona para comprobar si hay hidrocarburos. Y es que este asunto ya roza el paroxismo de lo absurdo. Cada día nos levantamos con un nuevo dislate del presidente Rivero, que solo consigue enviscar aún más a la mayoría de los canarios.

Mientras tanto, la Fundación Foessa, en su último informe sobre exclusión y desarrollo social, alerta de que nuestro modelo económico, basado exclusivamente en el turismo, está agotado.

Hacen encuestas a medida, con dineros públicos, para satisfacer los deseos de quien las encarga. En una muestra reciente en la que, como nos recordó este lunes mi compañero Juan Velarde en su columna «Desde mi escaño», solo fueron entrevistados dos mil ciudadanos de entre los dos millones de habitantes de las Islas. O sea, un 1%. Y sin rubor alguno se ha atrevido a afirmar que el 75% de los canarios hemos dicho «no» a las prospecciones. ¿Se lo cree alguien? Más tarde, en un informativo de la TV canaria, escuchamos a un portavoz de Greenpeace decir que su organización representa al pueblo canario. Y, claro, me quedo estupefacto. No sé a quién representa, ni si fue Rivero quien les concedió tal representación, pero posiblemente a la mayoría de los canarios que apostamos por unas Islas más ricas y con un nivel de vida superior al actual, por supuesto que no. Una organización ecologista, por cierto, que no ha sido capaz de acercarse a las plataformas que Marruecos tiene a 10 kilómetros de las españolas, porque saben cómo se las gastan en el reino alauita (en nuestra Armada a su lado son unos angelitos) con este tipo de actividades.

Pero el acto que organizó Rivero para recoger las firmas de una veintena de artistas e intelectuales, jubilados la mayoría, fue la guinda de este desaguisado. Porque estos ilustres paisanos no saben que el papel que firmaron no sirve para nada. No tiene destino alguno. En fin, que si no fuese por la firme posición del Gobierno en defensa de las prospecciones, dentro de 15 años alguien tendría que explicarle a nuestros nietos que los hidrocarburos que necesitamos tendrán que comprárselos a Marruecos porque un iluminado gestor (¿?) de nuestra autonomía se empecinó en renunciar a su extracción. Y es que, entre incoherencias y absurdos, así nos irá.

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