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Pepón Nieto llena de alegría el vodevil más español

Éxito atronador del texto clásico de Terencio en el Cuyás

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Quien creyera que el vodevil era un género menor o desfasado por el tiempo se equivocaba de todas todas, pues la versión libre y musical de la comedia más famosa de las escritas por Terencio que llevan al escenario Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez, rompe moldes y esquemas, ya sean clásicos o actuales, haciendo de la sátira el humor más contagioso y de la moral, la ética más libre. El resultado es un éxito atronador que, en mayor medida, se debe a la estupenda ‘troupe’ que en escena encabezan Pepón Nieto y Anabel Alonso, pero también Jordi Vidal, Jorge Calvo y María Ordóñez, que se llevan de calle al público desde el primer instante con esta comedia de enredo.

La risa se convierte en la nota dominante de la noche y casi hasta en el hilo conductor de la obra de tan contagiosa que llega a ser, pero a ambos lados, pues también los actores

disfrutan y se entregan al clímax creado en el que, por momentos, pareciera que la escena discurre en el mismo patio de butacas.

La confusión empieza rápido y, enseguida, da paso al juego. Resultado: la función está servida. Una cortesana con dos amantes y éstos con sendos regalos, una esclava parlanchina que dejará de serlo (esclava, digo) y un eunuco que sólo finge serlo por amor a ésta que no calla ni para respirar, pero que es hermano del primer amante y cuyos encantos harán salir del armario al segundo amante, dueño y señor de la esclava regalada y general de un soldado también enamorado en silencio, pero de él.

Una criada con pocas luces, que no entiende nada, y un criado con demasiadas, que se entromete en todo. Un hermano que busca a su hermana, que cree perdida, que sabe esclava y ahora hallada, pero que, sin duda, desearía callada, y para redondear... Unos números musicales coreografiados por Chevy Muraday que dan aún más chispa a esta divertida versión de ‘El Eunuco’, de Terencio, en la que nueve personajes pierden la cabeza por amor y casi pierden también éste por culpa de los celos y, sobre todo, por los equívocos, que vienen y van entrecruzados como los mismos personajes. Y todo ello en Atenas, pero donde hay lugar para todo, hasta para un número de salsa magníficamente bailada por Pepón Nieto, cuyo ritmo caribeño sorprendió a todos y fue coreado entre aplausos.

La originalidad se palpa en la propia escenografía, con un cubo que se desarma y se rearma con paneles móviles a modo de laberinto, lleno de situaciones para los personajes, que se escapan y corren de una escena a otra. Todos son piezas de un mismo puzzle cuya foto final depende de esa maravillosa complicidad con el público que son capaces de desplegar desde el principio. A priori se diría que del clásico ‘Eunuco’ sólo queda la túnica que luce éste (única vestimenta de la época en toda la obra), pero es ésa una sensación engañosa, pues la moraleja de Terencio está más presente que nunca y lo que sucede es que el juego de los equívocos en el amor, como en la vida, están tan presente hoy como entonces. Enhorabuena al Teatro Cuyás y a toda la ‘troupe’ de ‘El Eunuco’.

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