SUCESOS

El ladrón al que se le iba un pico en gasolina

Se hizo con su coche 7.100 kilómetros para lograr un botín de 1.500 euros

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Hasta para robar hay que echar cuentas de gastos e «inversión». Puede dar fe de ello un ladrón al que se le acusa de haber robado 1.500 euros, pero después de haber tenido que hacerse con el coche 7.100 kilómetros. Y eso, en gasoilna, sale por un pico.

Son las curiosas cifras que dejan el caso de un hombre de 38 años, de nacionalidad rumana, que responde a las iniciales F. M. y que ha sido detenido por la Guardia Civil acusado de haber cometido diez robos en cajeros automáticos de Ejea de los Caballeros (Zaragoza). Lo curioso es que él vive en Barcelona y, para cometer esos robos que se le imputan, tuvo que hacer diez viajes hasta esa localidad zaragozana.

Aun en el caso de que en sus rutas evitara tramos de autopistas de peaje, al precio que va la gasolina sale cada viaje de ida y vuelta entre Barcelona y Ejea por no menos de entre 50 y 55 euros. Y eso teniendo cuidado en hacer una conducción ahorradora y manejar con prudencia el acelerador. Súmesele al coste en combustible el desgaste del automóvil.

Los diez delitos que se le imputan en Ejea de los Caballeros le salieron a este presunto ladrón por unos «ingresos» medios de 150 euros, pero no menos del 40% se le fue en «gastos de producción»: en total, 7.100 kilómetros recorridos en coche, a razón de 710 kilómetros –entre ida y vuelta– por cada uno de los diez viajes Barcelona-Ejea-Barcelona que hizo para cometer los delitos de los que se le acusa.

Eso sí, a la hora de hacer frente a la imputación esas cuentas no le valen. No hay «deducción» posible.

El acusado, según han informado hoy fuentes de la Guardia Civil, fue sorprendido con las manos en la masa el pasado fin de semana en Ejea. Justo cuando se disponía a retirar el «cepo» que había instalado en la ranura del cajero por la que sale el dinero. La mecánica que utilizaba era siempre la misma: bloqueaba la ranura y quienes hacían reintegros en el cajero veían cómo los billetes no llegaban a salir. Horas después de colocar el «cepo», el delincuente procedía a retirarlo con sigilo y a llevarse el dinero que se había acumulado, atrapado, de los clientes que durante todas esas horas hicieron reintegros en ese cajero.

El ladrón no solo invertía muchos kilómetros, sino también muchas horas. De hecho, pasaba la noche en Ejea, aunque ahorraba en gastos de estancia porque dormía en el propio coche. Para eso, según las mismas fuentes, optaba por estacionar el vehículo en un discreto párking, a fin de pasar más desapercibido.

Los diez robos que se le imputan en cajero automático en Ejea de los Caballeros –se tipifica la acusación en un delito continuado contra el patrimonio– los cometió presuntamente en los últimos siete meses, desde marzo.

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