El embalse de Mequinenza, a rebosar, soltando agua con destino al mar
El embalse de Mequinenza, a rebosar, soltando agua con destino al mar - efe
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El Ebro echa al mar en 20 días el agua que España se bebe en todo un año

En mes y medio, vierte cuatro billones de litros que pasan de largo dejando daños de más de 100 millones de euros

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Las cuatro riadas consecutivas que han sufrido los municipios ribereños del Ebro en Aragón, La Rioja y Navarra han llevado hasta el mar casi cuatro billones de litros de agua. Exactamente, 3.842,1 hectómetros cúbicos en mes y medio, desde finales de enero hasta el pasado martes. De ellos, 2.592 hectómetros cúbicos acabaron en el Mediterráneo en tan solo veinte días, del 16 de febrero al 9 de marzo, un caudal suficiente como para dar de beber a toda España durante un año —y aún así sobraría parte—.

Según los últimos estudios del Instituto Nacional de Estadística (INE), el consumo doméstico de agua ronda anualmente los 2.300 hectómetros cúbicos anuales entre todos los hogares españoles, cifra en la que se incluye no solo el agua que se bebe, sino —sobre todo— el resto de usos domésticos: higiene personal, limpieza de la casa, lavar la ropa, la vajilla...

Si al consumo doméstico se le añade el de las empresas y el de los servicios públicos municipales, la cifra asciende a 3.338 hm3 al año —al margen queda la agricultura, que demanda anualmente en España casi 16.000 hectómetros cúbicos—.

Según los registros oficiales de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) recopilados por ABC, en solo una semana, entre el 2 y el 9 de este mes de marzo, este río vertió al Mediterráneo 1.038 hm3 de agua. Fue coincidiendo con la última y más devastadora de estas cuatro riadas consecutivas, la que obligó a desalojar varios pueblos ribereños en Aragón tras inundar más de 40.000 hectáreas a su paso por esta región, por La Rioja y por Navarra, con pérdidas estimadas en más de 100 millones de euros entre daños en cultivos, en viviendas, en enseres y en infraestructuras.

De todo este gran caudal del último mes y medio, solo una pequeña parte de ese caudal ha podido retenerse. Aragón —que paradójicamente alterna riadas y sequías casi con matemática periodicidad— lleva décadas esperando que se complete la construcción de los embalses del Pacto del Agua de 1992. Algunas de estas presas, esenciales para sacar partido a las crecidas y amortiguar las trombas, se llevan reivindicando desde hace un siglo.

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