FotosFrío y triste. Así se quedó Madrid y las miles de personas congregadas en la Puerta de Alcalá tras conocer que se quedaba fuera de la lucha a las primeras de cambio, cuando todo estaba preparado para que la capital española organizara los Juegos Olímpicos de 2020. El centro de la ciudad se engalanaba, y recibía a miles de personas desde primera hora de la tarde. Los 85.000 voluntarios habían trabajado muy duro para acoger dentro de siete años a gente procedente de todos los puntos del mundo, con la certeza de que a la tercera iría la vencida.
Fue, desde el comienzo, un lugar para disfrutar y vibrar con la presentación del proyecto, pero los sueños se esfumaron tan rápido como la ilusión de los allí presentes, que tras conocer la decisión de los miembros del COI comenzaron a abandonar la Puerta de Alcalá con un silencio sepulcral. Con emoción, convencimiento y espíritu de victoria, jóvenes y mayores fueron bienvenidos en una fiesta sin igual, con el optimismo de la primera candidatura y un país totalmente volcado con Madrid. Un acontecimiento muy importante que no se quiso perder absolutamente nadie, y que paralizó el centro de la ciudad, desde la Cibeles a la Puerta de Alcalá.
La fiesta, finalmente frustrada, fue amenizada con un espectáculo conducido por Tony Aguilar y Xavi Rodríguez, de los 40 Principales, en el que se pudo disfrutar de la magia de Jorge Blass y las actuaciones de Carlos Baute, Tamara, Nena Daconte, Manu Carrasco, Lagarto Amarillo, Pastora Soler y Soraya. Tan abarrotado estaba el centro de la capital que ni los cortes en el vídeo de presentación de Madrid 2020 provocados por una tormenta en Buenos Aires, ni las incómodas preguntas sobre el dopaje y la economía, ni la lluvia, consiguieron quitarle color a un acontecimiento que parecía perfecto, y en el que todos tenían puestas sus ilusiones.
La Puerta de Alcalá tuvo como asistentes de lujo a la infanta Elena y a su hijo Froilán, que escucharon las intervenciones de los miembros de la delegación madrileña desde la tribuna de personalidades. Una infanta que, tras las palabras del príncipe Felipe, se emocionó: «Es normal que al ver a un hermano te emociones. Lo ha hecho muy bien. Todos lo han hecho muy bien. Hemos puesto todas las cartas sobre la mesa».
Sentida como un momento irrepetible y especial para cientos de personas llegadas desde Albacete, Perú, Venezuela, Burgos o Zaragoza, la decisión fue un jarro de agua fría que supuso un hundimiento que parecía no tener consuelo. Madrid se despidió, entre lágrimas y decepcionada, de organizar los Juegos. La capital española vuelve a quedarse por tercera vez consecutiva fuera de la carrera olímpica bajo el sentimiento de que ésta era, por fin, la ocasión.
