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Miércoles, 26 de abril de 2006
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CULTURA
la paquera
Dos años sin la señora del cante
El 26 de abril de 2004 se callaba para siempre la voz de Francisca Méndez, la Paquera, un mito del flamenco cuya única peña no está en Cádiz, Jerez, Sevilla ni Madrid... está en San Sebastián
Dos años sin la señora del cante
JONDO. El cante puro y de raíz fue su seña de identidad.
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Francisca Méndez Gallardo se hizo desde muy pronto con el corazón flamenco de todo el mundo con su voz desgarrada e inconfundible. Hoy se cumplen dos años de la muerte de esa mujer, fuerte y rubia, de apariencia tosca, pero sencilla y humilde como todos la recuerdan. Falleció después de que una subida de glucosa desembocara en una trombosis. Su estado empeoró en los últimos días de su vida mientras el mundo del flamenco seguía con pesar y congoja las noticias sobre su salud. Estuvo ingresada en la UCI y desde hace dos años sólo se le puede escuchar su voz en las miles de maravillosas grabaciones que conservamos de ella.

Curiosamente hay un sitio donde la recuerdan especialmente, es la Peña Flamenca Pa-quera, que no está en su jerez natal, ni en Cádiz, ni siquiera en Sevilla o Madrid. Está en pleno centro de San Sebastián, sí en el País Vasco. El vicepresidente de la Peña es José Ramón Jiménez, más conocido por todos como Montxo, un asturiano de 58 años que estos días escucha muy emocionado los discos de su querida Paquera: «Sus discos suenan en mi casa continuamente, como si estuviera viva. Mis hijos conocen todos sus temas».

Hace ocho años que esta peña cultural funciona y ya cuenta con cincuenta socios. El año pasado pudieron celebrar el primer aniversario de su desaparición pero este año se les ha hecho un poco cuesta arriba y no podrá ser. Montxo explica orgulloso «que tenemos el último vestido que lució en público y con el que se hizo las fotos del último disco porque esa fue su voluntad. Así sus hermanos nos lo enviaron y lo tenemos aquí: es un vestido negro con un acabado perfecto, con volantes y pedrería en forma de corazón que a todos nos gusta».

Cuando se le pregunta por su admiración por ella, Montxo contesta con una amplia sonrisa y recordando otros tiempos: «Es una artista que me gusta desde siempre, prueba de ello es que cuando era un chaval me llevé mi primera bronca en casa porque me escapé a Asturias para poder verla en una actuación».

Montxo tiene una espinita clavada: «Nunca pudo venir a su peña, aunque le hacía muchísima ilusión, porque era un viaje muy largo para su delicado estado de salud».

A pesar de la distancia, La Paquera siempre tuvo un pensamiento para su peña, aunque el vasco es un público difícil: «Cuando conocen el buen flamenco les encanta y organizamos concursos de cante todos los años para que la gente del sur venga a nuestra tierra. Aún así, la gente se sigue extrañando de que haya una peña flamenca en San Sebastián», explica Montxo.

Una mujer de raíces

En algo coinciden todos los que la conocieron bien: fue una mujer que ayudó a todo el que pudo, y que siempre apoyó mucho a los jóvenes artistas: Una mujer que nunca dejó atrás sus raíces, ni se olvidó de su gente y de su familia de La Plazuela del jerezano barrio de San Miguel. Para todos sigue siendo La Paquera, porque se le sigue escuchando aunque ya no esté. Sigue siendo la joven nacida en una familia de tradición cantaora, hermana de Alonso Méndez y Margari Méndez, sobrina de El Pili. Era conocida por su pelo rubio y sus ojos claros, hija de gitano y paya.

Su debú nacional tuvo por escenario el Corral de la Morería de Madrid, en 1957, cuando sólo contaba con 17 años. Las bulerías son siempre su fuerte y su pasión. Desde ahí le éxito la acompañó siempre.

Después pasó por otros tantos locales señeros del flamenco en la capital de España como el Torres Bermejas, Las Brujas o Los Canasteros, de la mano de su mentor, Manolo Caracol. Comenzaron las giras por todo el territorio español, desde Algeciras hasta la ciudad condal, pasando por Extremadura, Ciudad Real o Valencia. Una de sus incansables giras la hizo con Rafael Farina y también estuvo acompañada en alguna ocasión por otros nombres del flamenco como Farruco, Juanito Maravilla o el Chocolate, otra de las voces que ya no se escucharán más en directo.

Su fama traspasó fronteras y viajó a cantar por bulerías hasta el país del sol, al lejano Japón, donde tenía y sigue teniendo numerosos admiradores. Son numerosos los premios que obtuvo a lo largo de su dilatada carrera. En 1971 ya consiguió el Premio Niña de los Peines, en el concurso nacional de Arte Flamenco de Córdoba. El mismo año se llevó la Copa de Jerez otorgada por la Cátedra de Flamencología. Una de sus últimas producciones, un disco antológico, acumula ya diez reediciones.

En 2002, el Festival Internacional de Cante de las Minas de La Unión, en Murcia, le rindió un homenaje y en 2003, le fue concedida la Medalla de oro a las Bellas Artes, que por desgracia ya no pudo ir a recoger sino que fueron algunos familiares.

Son muchas las vivencias y las bondades de esta jerezana universal y no se pueden recoger en unas pocas líneas. Para muchos de los que la admiraron y quisieron, sigue viva, aunque ya hace dos años que dejó de cantar por bulerías. En la flamenca provincia de Cádiz, se recordará siempre. MORAÍTO

Guitarrista

«Ella fue la que me sacó al escenario»

Para Moraíto hablar de La Paquera es volver a los inicios de su carrera profesional: «Ella me probó y tuve la suerte de tener mi debú a su lado a los quince años y en Madrid. Siempre apoyó a los jóvenes valores y para ella todo estaba bien. Era un placer ponerse a la guitarra con ella».

«Era una mujer impulsiva, que derrochaba vida y alegría allá por donde iba. Era un cascabel». Moraíto asegura que lo más importante que hizo La Paquera para el arte flamenco es «que creó una escuela jerezana, de La Plazuela».

Lo que recuerda el guitarrista con más cariño y admiración es, sin duda, Maldigo tus ojos verdes. PACO CEPERO

Guitarrista

«Como artista, era un ciclón»

El guitarrista Paco Cepero re-cuerda a una mu-jer humilde, sencilla y muy hu-mana: «Era una señora, que siempre apostaba por los jóvenes y que sin duda, es irrepetible alguien como ella en el mundo del flamenco».

También Paco Cepero fue uno de los apadrinados por La Paquera: «Ella me sacó a un escenario por primera vez, confió en mí. Por eso se me quedó una espina clavada cuando no pudo ir a recoger la Medalla al Mérito de las Bellas Artes que nos entregaba el Rey. Hubiera sido bonito comenzar con ella y recoger este premio también a su lado».

«Escribió una página de oro del flamenco y ha dejado una huella imborrable». JOSÉ MERCÉ Cantaor

«Es una artista irrepetible: con ese don hay que nacer»
El cantaor José Mercé, sólo tiene buenas palabras para recordar a Francisca Méndez: «Pa-quera hubo una y no ha-brá nadie más. Es una artista que ha dejado una huella muy profunda en el mundo del flamenco, dejó su sello para siempre y pertenece a los más grandes de este mundo».

Mercé asegura que «La Paquera es una artista irrepetible porque con ese don que ella tenía hay que nacer».

Además de su arte flamenco, José Mercé la recuerda por su calidad humana: «Tenía una alegría especial en el cante por bulerías. Es algo que ha dignificado al arte flamenco. Me acuerdo que de pequeño todas las emisoras de radio del país la pinchaban».

Después de dos años sin ella, el famoso cantaor asegura que «se le echa de menos todavía y siempre se le añorará, sobre todo en Jerez. Tenemos la suerte de contar con sus grabaciones y todos sus discos. Eso siempre lo tendremos».



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