El precandidato republicano y magnate estadounidense Donald Trump
El precandidato republicano y magnate estadounidense Donald Trump - REUTERS

Trump acumula más de cien disputas legales con el Fisco

Entre los numerosos escándalos del candidato figura un presunto fraude de 20 millones de dólares

WASHINGTON Actualizado: Guardar
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La resistencia de Donald Trump a publicar sus declaraciones de Hacienda, exigencia habitual en unas elecciones presidenciales en Estados Unidos que el magnate se propone no atender, está despertando un creciente interés. Primero fue su antecesor en la candidatura republicana en 2012, Mitt Romney, republicano pero impulsor del movimiento antiTrump: «Sería (su publicación) una bomba informativa». Su segura rival, Hillary Clinton, reflexionaba esta semana: «O tiene mucho que ocultar o no es tan rico como presume». La sombra de las sospechas crece a la luz de las primeras investigaciones periodísticas, que apuntan a una alargada cadena de litigios del millonario con la Hacienda pública.

El primer balance concluye que las empresas de Trump acumulan al menos un centenar de disputas legales por demoras (a veces resueltas) o impagos de decenas de millones de dólares.

Todas con un patrón sistemático plagado de triquiñuelas. Una legión de ingenieros de las finanzas y de abogados dedica gran parte de su tiempo al objetivo final de «pagar lo menos posible», como el controvertido «showman» se encargó de pregonar recientemente. Sus exhibiciones públicas, aunque sean para jactarse de su reducida contribución fiscal a la América que propone hacer más grande, son su alimento electoral. Es la persona que en enero podría estar al frente de la Administración norteamericana.

No hay un ejercicio fiscal tranquilo para Donald Trump, el promotor inmobiliario que ha engordado su jugosa herencia paterna con operaciones de la más variada calificación. Esa es su intención. Desde 1980 hasta marzo de este año, cuando ya se fajaba en busca de la nominación republicana hoy casi lograda, su trayectoria está plagada de reclamaciones de impuestos no pagados por parte de las autoridades. Y las del estado de Nueva York, donde se asienta el imperio Trump, se llevan el protagonismo. Sólo en el último año, al menos cinco de sus empresas han recibido requerimientos por impagos o retrasos, que acumulaban un potencial fraude de 13.000 dólares (11.700 euros). La investigación del diario «USA Today» ha encontrado un dato casi irónico: la principal denuncia recaía sobre la empresa que hace a Trump propietario del flamante Boeing 757 con el que sobre vuela el país en busca de votos. Según el mismo periódico, el magnate acaba de desembolsar los 8.578 dólares que adeudaba. Quizá para evitar titulares ruidosos, porque su patrón de comportamiento es no pagar, litigar cuando la autoridad ha recurrido a la demanda y, si no queda más remedio, abonar la deuda. El mismo que ha obligado otras 36 veces al estado neoyorquino a iniciar acciones legales, con el consiguiente gasto público.

Tintes populistas

No deja de ser paradójico que su recientemente anunciado plan de reforma fiscal busque generar más ingresos públicos haciendo pagar más impuestos a los ricos. Un giro con tintes populistas bien recibido en su nutrida parroquia de clase trabajadora.

Su patrón y los rifirrafes legales alcanzan a otros estados, como Nevada, Florida y Nueva Jersey, adonde Trump extiende sus dominios. Con conocimiento de causa, Jack Blum, abogado criminalista y director de Tax Justice Network, una prestigiosa asociación independiente que ayuda a perseguir el fraude fiscal, califica al magnate de «ejemplo modélico» de un esquema diseñado para evitar el pago de impuestos.

Y es que su sistema no está pensado sólo a posteriori. Su evasión fiscal preventiva se apoya también en la ejecución de operaciones que buscan eludir al Fisco. Como la que le permitió un cuantioso ahorro cuando aprobó una inversión de 50 millones de dólares, que reescrituró más tarde como un préstamo hipotecario, no sujeto a retención. Se trató de una alianza del neoyorquino con Bayrock Group, compañía propietaria del edificio Trump Soho, una de sus más preciadas propiedades, junto con otros dos proyectos inmobiliarios más. En 2007, Bayrock suscribió un acuerdo con FL Group, un grupo islandés que había acordado invertir los 50 millones en cuatro sociedades subsidiarias. Más tarde, el compromiso inversor se convirtió en un aparente préstamo financiero. Los expertos calculan que el supuesto fraude se elevaría a 20 millones, que es el previsto 40% del total, según la legislación estadounidense.

Irregularidades

La investigación de tres meses del diario londinense «The Daily Telegraph», de la que dio cuenta esta semana, presenta copias de los dos documentos (inversión y préstamo) con la firma de Trump. Expertos independientes expresaron al periódico su convicción de que es una irregularidad. El profesor de Harvard, Howard Abrams, requerido por el diario, asegura: «No es un préstamo, realmente es capital. No creo que sobreviviera a una inspección del IRS (Hacienda de Estados Unidos)».

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