Trudeau, la decepción del «niño bonito» de la izquierda

El primer ministro -joven, guapo y carismático- ganó las elecciones de 2015 y se convirtió en el muro de contención del centro izquierda frente al populismo

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau REUTERS

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En octubre de 2015, en las elecciones generales de Canadá, Justin Trudeau era la esperanza mundial del progresismo . El populismo nacionalista mostraba ya las uñas, con Donald Trump convertido con un discurso feroz en el líder de las encuestas de las primarias republicanas -que acabaría ganando, como la elección presidencial-, el referéndum del Brexit en camino y la aparición de movimientos similares en el resto del mundo.

Trudeau -joven, guapo y carismático- ganó esas elecciones y se convirtió en el muro de contención del centro izquierda frente al populismo, un Barack Obama a la canadiense, con un discurso reformador, cordial, integrador, optimista. Se convirtió de inmediato en un «rockstar» de la política internacional y prometió en su país una política de «formas soleadas».

No era más que una actualización del lema que defendió su padre, Pierre Elliott Trudeau, uno de los primeros ministros con más presencia en el poder: Canadá como «la sociedad justa» . El país democrático, integrador de minorías, bilingüe, impulsor de los derechos de los pueblos indígenas, en constante expansión de sus políticas sociales, con cobertura sanitaria universal y corrector de desequilibrios económicos es un ejercicio de contraste con su vecino del Sur.

Trudeau, el hijo, añadía una imagen impecable, de honestidad, de padre de familia modélico, encantador y comprometido . En 2016, un año después de llegar al poder, tenía un índice de aprobación del 65%. Ahora, cuando se juega su reelección, es del 32%. Podría salir del poder en unas elecciones donde acude en empate técnico con el partido conservador.

¿Qué ha pasado con el « niño bonito » de la izquierda? El desgaste del poder no explica la caída de su popularidad, sobre todo con una economía que ha ido viento en popa en los tres primeros años de mandato. La caída tiene que ver, ante todo, con disparos al pie del propio Trudeau. A comienzos de este año saltó el escándalo de SNC Lavalin, una empresa gigante, basada en Quebec, que había incumplido sanciones a Libia. El Gobierno de Trudeau, y el propio primer ministro, presionaron a la entonces fiscal general -dimitió de su cargo- para que fuera indulgente con la compañía, de la que dependen decenas de miles de puestos de trabajo.

El episodio hizo creer a muchos que la «nueva política» de Trudeau se parecía mucho a la vieja : las elites de Toronto-Ottawa-Montreal manejando los hilos del poder en cambalaches entre la política y la empresa.

La imagen de Trudeau venía dañada por escándalos anteriores, a los que se trató con cierta indulgencia: un viaje familiar a Bahamas en las Navidades de 2016 costeado por el Aga Khan , dueño de una isla en el archipiélago caribeño; y un desastroso viaje a la India en febrero de 2018, en el que Trudeau se equivocó en todo, desde su gusto exagerado por vestir ropas tradicionales hasta su encuentro con extremistas «sikh».

Las acusaciones de corrupción por el caso de SNC Lavalin pesaron más por estar más cerca de la reelección. Después, en plena campaña, surgieron imágenes de un joven Trudeau -y no tan joven, en una de ellas tenía 29 años- con la piel pintada de negro , lo que se considera racista hoy en día en Canadá. El problema no fue solo que aparecieran las imágenes, es que Trudeau también mintió sobre ellas. Después de que se conociera la primera, dijo a los medios que no se había pintado de negro en ninguna ocasión. Al día siguiente, apareció otra y el primer ministro no pudo más que confesar que no sabía cuántas veces lo había hecho.

«Es una acumulación de episodios», asegura Graham Fox, presidente del Institute for Research on Public Policy, uno de los principales ’think tank’ de Canadá. «Ha sido una erosión gradual de su imagen». Ese cambio de imagen ha quemado la mitad del índice de aprobación del que gozaba Trudeau y ahora hace que peligre su reelección.

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