El embajador ante la UE reconoce el «quid pro quo» con Ucrania y que actuó bajo «orden expresa» de Trump

«Sabían lo que estábamos haciendo y por qué», ha señalado Sondland

AFP | Vídeo: AT

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Gordon Sondland es, hasta el momento, el testigo estrella para los demócratas en el «impeachment» o proceso de recusación de Donald Trump y su comparecencia pública de ayer no defraudó . El embajador de EE.UU. ante la Unión Europea -y uno de los encargados por Trump para gestionar las relaciones con Ucrania- reforzó con su declaración la posición de los demócratas en que hubo un «quid pro quo» en la exigencia de la Administración Trump a Ucrania de que realizara investigaciones para perjudicar a sus rivales políticos; es decir, que condicionó determinadas decisiones -el envío de ayuda militar, una invitación para la visita del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, a la Casa Blanca- al impulso de esas negociaciones.

En cuanto se dispersó el enjambre de fotógrafos que rodeó a Sondland nada más tomar el asiento de los testigos, Sondland leyó una declaración previa explosiva. «Sé que los miembros de este comité han tratado de entender este asunto complejo en una pregunta simple: ¿Hubo ''quid pro quo''?», dijo Sondland en su intervención. «En lo que se refiere a la llamada de la Casa Blanca y la reunión en la Casa Blanca, la respuesta es ''sí'' ».

Sondland hacía referencia a las presiones de la Administración Trump, impulsadas sobre todo por el abogado personal del presidente, Rudy Giuliani, para que Ucrania investigara al exvicepresidente de EE.UU. y posible rival en la reelección del próximo otoño, Joe Biden, y su hijo, Hunter, que fue miembro del consejo de administración de una compañía energética ucraniana, Burisma, investigada por corrupción. También para que los ucranianos investigaran una supuesta trama para sacar información perjudicial a Trump en la campaña electoral de 2016, la que le llevó a la Casa Blanca.

El asunto salió a la luz pública cuando se conoció que un «soplón» de la Administración Trump había presentado una queja interna tras conocer una llamada de Trump a Zelenski del 25 de julio en la que el presidente de EE.UU. parecía exigir a su homólogo el impulso de investigaciones. La oposición demócrata ha lanzado el «impeachment» por considerar el asunto un «soborno» que pone en juego la seguridad de EE.UU. y en el que Trump abusó de sus poderes presidenciales.

Sondland explicó que él y otros diplomáticos y altos cargos trabajaron con Giuliani -ex alcalde de Nueva York y muñidor de las presiones a Ucrania- «bajo orden expresa del presidente de EE.UU.». El diplomático aseguró que Trump le dijo «habla con Rudy» y eso fue lo que hizo: Giuliani le instruyó sobre las presiones para que Ucrania realizara las investigaciones que Trump deseaba.

Sondland no llegó a atribuir directamente a Trump la existencia de ese «quid pro quo», pero lo dio por hecho. También se quejó de que no se le permitiera acceder a registros de llamadas del Departamento de Estado para comprobar mejor fechas y datos. Explicó varias veces que Trump nunca le dijo a él directamente que existía esa condición para el envío de ayuda militar -que fue efectivamente congelada- pero que fue su «presunción» al igual que se sabe que «dos más dos son cuatro». Para Sondland, hubo un «''quid pro quo'' potencial» sobre el envío de ayuda y un claro «quid pro quo» en lo que se refiere a la visita a la Casa Blanca.

«En ausencia de una explicación creíble para el congelamiento, concluí que esa ayuda, como la visita a la Casa Blanca, estaban en peligro», dijo Sondland. «Después me convencí de que el regreso de la ayuda de seguridad no ocurriría hasta que hubiera un comunicado público de Ucrania con compromisos para las investigaciones sobre las elecciones de 2016 y sobre Burisma, como exigía Giuliani».

De hecho, en un email del 22 de agosto, Sondland expresaba a un grupo de altos cargos de la Administración Trump la necesidad de organizar un encuentro entre el presidente de EE.UU. y su homólogo ucraniano en Varsovia el 1 de septiembre, con motivo de la conmemoración de la Segunda Guerra Mundial. «Le pediré a Zelenski que le mire a los ojos y le diga que cuando la nueva gente de justicia está en Ucrania a mediados de septiembre tendrá la capacidad de dar pasos en público y con confianza sobre los asuntos de importancia para el president y para EE.UU.», escribió. «Espero que eso acabe con el atasco», dijo sobre el envío de ayuda a un aliado militar en plenas tensiones con Rusia.

Uno de los destinatarios del email era el secretario de Estado, Mike Pompeo, que respondió afirmativamente a la necesidad de establecer el encuentro (finalmente no se produjo porque Trump se quedó en EE.UU. por la amenaza de un fuerte huracán en Florida).

La referencia a Pompeo fue otra de las bombas que ayer aportó Sondland. que aseguró que también el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, sabían de las presiones a Ucrania. Dijo que Pompeo sabía de la existencia del «quid pro quo» y que también comunicó su preocupación al respecto a Pence . «No era ningún secreto», dijo el embajador. «Todo el mundo estaba al corriente».

Durante la comparecencia, los republicanos trataron de resaltar el hecho de que Sondland reconoce que nunca escuchó de Trump la exigencia de contraprestaciones o condiciones a Ucrania . Y el presidente de EE.UU., por su parte, salió al paso de la comparecencia aferrándose a una de las pocas declaraciones que le pueden ser útiles. En anteriores testimonios, que ayer reafirmó, Sondland reconoció que en una conversación telefónica Trump le dijo: «No quiero nada de Ucrania. No quiero ''quid pro quo''».

El presidente recordó a voz en grito esta conversación ayer ante los periodistas desde la Casa Blanca, antes de viajar hacia Texas, como una forma de exculpación. « Esta es la última palabra del presidente de EE.UU.: no quiero nada », cerró Trump y se fue, contra su costumbre, sin responder a las preguntas de los reporteros. Sin embargo, esa llamada, que Sondland describió como «corta y abrupta» y con un presidente «de muy mal humor», se produjo el 9 de septiembre, el mismo día en el que el informe del «soplón» llegó a los legisladores de la Cámara de Representantes.

Sondland es un multimillonario del sector hotelero, muy cercano al partido republicano y que donó un millón de dólares a los fastos de la investidura de Trump. El presidente de EE.UU. le recompensó con el puesto de embajador ante la UE y Sondland aseguró que sus conversaciones han sido frecuentes. Ayer Trump buscó distanciarse de él: «No le conozco mucho», dijo.

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