Familiares de víctimas del atentado en Lahore, Pakistán
Familiares de víctimas del atentado en Lahore, Pakistán - AFP

Sabemos todo de Salah Abdeslam: ¿por qué no conocemos a los terroristas de Pakistán?

Los medios no han prestado suficiente atención a los atentados ocurridos casi simultáneamente a los de Bruselas o a los de París del pasado año. ¿Hay muertos de primera y segunda categoría en función de dónde se producen los ataques?

Madrid Actualizado: Guardar
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El pasado 13 de marzo, nueve días antes de los atentados de Bruselas, murieron en Costa de Marfil 19 personas por un atentado perpetrado Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) contra una zona turística de Grand Bassam, en el sur del país. 19 muertos, es decir, 13 menos que en Bruselasm según los últimos datos del Ministerio de Asuntos Sociales y Salud Pública de Bélgica.

El mismo día del atentado en Costa de Marfil murieron 37 personas por la explosión de un coche bomba que estalló en la céntrica plaza de Kizilay en Ankara (Turquía) al lado de un autobús municipal, causando muertes de policías (el supuesto objetivo, según los terroristas) y civiles. El atentado fue reivindicado por los Halcones de la libertad del Kurdistán, una escisión radical del PKK, el Partido de Trabajadores de Kurdistán.

La autora del atentando era Seher Çagla Demir, según un comunicado de los propios terroristas.

Poco se supo de estos ataques. Tampoco se dio gran cobertura al terrible atentado en Pakistán, el pasado domingo 27, que causó al menos 73 muertos y más de 350 heridos en Lahore, en uno de los ataques suicidas más sangrientos de los últimos meses en el país y que acabó mayormente con la vida de mujeres y niños. El grupo talibán Jamaat ul Ahrar se adjudicó el ataque y señaló que iba dirigido contra cristianos que celebraban la Pascua. El suicida fue identificado por los medios locales como Salahuddin Khurasani.

¿Cuántas noticias o perfiles se ha encontrado de Salahuddin Khurasani o de Seher Çagla Demir? Sabemos, en cambio, quién es Salah Abdeslam aunque tenga un nombre impronunciable, incluso que le gustaban mucho las mujeres y salir de fiesta...También conocemos a los hermanos El Bakraoui, cuyas fotos hemos visto hasta el hartazgo; también sabemos cuántos muertos se cobró el último ataque en Bruselas...o el de París de noviembre del año pasado.

«Muertos de primera y de segunda categoría»

El periodista independiente Èric Lluent publicó en su blog un texto que tuvo muchísima repercusión en las redes sociales en el que lamentaba precisamente esto: que parece que unos muertos valen más que otros. Se refería a los atentados de París y al ocurrido en Beirut un día antes, cuando murieron al menos 43 personas y 200 resultaron heridas en un doble atentado suicida también reivindicado por Estado Islámico. Ahora, vuelve a pensar lo mismo, precisamente, porque ocurre lo mismo. «Hay elementos para pensar que hay muertos de primera, de segunda y tercera categoría». Entiende que los atentados de Bruselas o de París afectan más, de alguna forma, por una cuestión de cercanía, «lo cual es estendible: un europeo, barcelonés o madrieño, tiene amigos, familia o ha estado en esas ciudades», señala.

La cercanía es una de los criterios más presentes a la hora de dar una noticia en un medio y es evidente que la gente leerá más aquello que le toca más de cerca. «Pero en París o Bruselas se ha convertido en una especie de producto mediático que incluso llama la atención de Europa y de países de Latinoamérica, que en su momento se han puesto la bandera de Francia que proponía Facebook estando en la distancia y habiendo tantas situaciones de conflicto allí».

A juicio de Lluent influye el sentir de cada uno, que es legítimo, pero sobre todo cómo los medios muestran la realidad: «las grandes coberturas las hacen las agencias internacionales; seguro que si se produce un atentado en Australia habrá transmisión en directo aunque esté lejos, pero son occidentales. Al final, la gente expresa su sentir a través del mundo que el periodismo le muestra. Existe el «nosotros« y el «ellos», Occidente y los demás...Cuando muere un belga sientes que forma parte de los tuyos, lo cual a su vez es gravísimo, porque el mayor número de víctimas de terrorismo son en países no europeos».

Según el informe « Global Terrorism Index» del año pasado realizado por el «Institute for Economics and Peace», el 78% de las 32.658 personas fallecidas en 2014 por terrorismo y el 57% de los ataques (13.370 en total) ocurrieron concretamente en cinco países: Afganistán, Irak, Nigeria, Pakistán y Siria, siendo Boko Haram y Estado Islámico los responsables del 51% de todas las muertes.

El informe destaca que la mayor parte de las muertes no se produjeron en Occidente. «Excluyendo los ataques del 11-S, solo el 0,5% de las muertes por terrorismo se produjeron en Occidente desde 2000». El informe también señala que es el extremismo político, y no el fundamentalismo islámico,la principal causa de terrorismo en países occidentales. También puntualiza que en estos países son los «lobos solitarios» (actúan de forma individual) los mayores perpetradores, causando el 70% de las muertes en los últimos 10 años.

Eso sí, que la amenaza no sea tan grande evaluando estos números no significa que haya que bajar la guardia en Europa. El número de países que experimentaron al menos una o más muertes fruto de la actividad terrorística ha aumentado de 59 a 67 en 2014 incluyendo a Austria, Australia, Bélgica, Canadá y Francia, indica el estudio.

El profesor de periodismo e investigador de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Sapag, explica que las fases de la yihad son tres: «La individual, es decir, los llamados lobos solitarios; la que es por células (el caso de París o Bruselas), y por último, el frente abierto (cuando se combate de forma abierta, como en Irak, Siria, Afganistán o Libia). Esa última fase siempre es corta y el objetivo es formar gente para que actúe en los otros dos niveles. Cuando los estados empiezan a recuperar territorio (que es lo que está pasando en Siria donde al Estado Islámico solo le queda un 10%) deja de haber un frente abierto y pasa a ser clandestina y lo que hacen es ir para Europa».

Por eso, si bien reconoce que hay países donde la situación es peor, cita el caso de países sangrantes que están lentamenten dejando de serlo. «El caso de Siria, por ejemplo, que es menos segura que en 2011 pero más segura que hace cinco meses ya que el ejericto árabe-sirio se ha recompuesto y ha avanzado haciendo, a su vez, que los terroristas vengan hacia aquí. En el otro extremo, Bruselas, que ahora más insegura que antes de los atentados».

«No es racismo, es miedo»

A su juicio, la «jerarquía en las muertes» también se explica por una cuestión de proximidad pero añade otras dos causas: «Hay una causa puramente periodística; el negocio de la prensa internacional está controlado por medios británicos y estadounidenses que son los que marcan la pauta internacional en función de los intereses de estos países y de los consumidores de estos mercados. También influye la cuestión política: el atentado de Pakistán se le dio menos cobertura que al de Bruselas, pero menos se le dio aún a los que se producen en Siria desde hace 5 años, que han sido terroríficos...La cobertura que se hizo de Siria ha sido de lo peor que se ha hecho en la historia del periodisimo universal. Se ha seguido una narrativa de actores internacionales con intereses determinados y se ha ocultado la realidad. Lo que pasa en Europa está conectado con Siria, un país que ha sido desestabilizado por países como Francia, Inglaterra, Arabia Saudí... haciendo que Siria, Irak o Libia se conviertan en centros de formación del yihadismo, que ahora, al ser derrotados allí, vuelven a Europa, osea a su casa. El error ha sido no conectar una cosa con la otra, que era el deber del periodismo».

En la misma línea opina Lluent, en la falta de contexto periodístico, que, a su juicio, de haber existido hubiera ayudado a empatizar más con las muertes «ajenas». «Se deben acercar las realidades porque vamos a un conflicto a gran escala. Están surgiendo generaciones de chavales que vivieron la invasión de Estados Unidos a Irak, de presos torturados, de la manipulación de grupos terroristas...Europa debe reparar los daños que ha hecho; está bien la idea de la solidaridad y la hermandad pero no se ha construido la idea de una comunidad transreligiosa, transcontinental...Estamos más cerca de un finlandés que de los que viven a la otra orilla del Mediterráneo y es fruto de una construcción política de la que también los medios participan».

Will Gore, en un artículo en The Independent, defendía que esta falta de interés por determinados atentados tiene que ver con el hecho de que en los países más golpeados por el terrorismo es más esperable que en el caso de los europeos, lo cual explica la mayor conmoción. «No es racismo, es miedo», explica.

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Ambos coinciden en que otro problema ha sido la ignorancia periodística. «Se presentan cosas como no son, el caso de Siria es un ejemplo, es un país complejo que no es musulmán y lo presentan como tal, lo que hace que los atentados se inserten en una lógica de guerras confesionales cuando no es así. La propia ignorancia de los medios hace que se construyan narrativas que explican por qué tienen más peso unas informaciones que otras», concluye Sapag.

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