Dilma Rousseff, durante su intervención en el Senado
Dilma Rousseff, durante su intervención en el Senado - EFE

Rousseff: «Lucho por la democraciay la verdad, no por aferrarme al poder»

En su histórico discurso ante el Senado, la presidenta suspendida asegura que recurrirá al Supremo para frenar lo que considera un «golpe de estado»

Corresponsal en Brasilia Actualizado: Guardar
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La presidenta suspendida Dilma Rousseff protagonizó, en el Senado brasileño, un momento histórico para su país. Durante más de 40 minutos, la mandataria se dirigió a los senadores con un discurso muy emotivo, resaltando su lucha en el pasado y la injusticia que cree estar sufriendo, y en el que pidió a los parlamentarios que no consumen lo que considera un golpe de estado.

Rousseff llegó temprano al Parlamento. Periodistas de todo el mundo estaban esperando en un Congreso lleno a rebosar, donde muchos tuvieron que quedarse fuera. La mandataria llegó acompañada de varios exministros de su gobierno, políticos importantes de su partido, como Lula, y el cantante y compositor brasileño Chico Buarque, exiliado durante la dictadura militar e hijo del intelectual brasileño Sérgio Buarque.

La sesión se abrió poco después de las 10 de la mañana, en lo que fue el cuarto día de la última etapa del juicio a la presidenta. Después del discurso, Rousseff respondió las preguntas de todos los senadores, que se prolongaron durante horas, entrada ya la noche. Mientras, fuera del Congreso, algunos cientos de manifestantes enarbolaban carteles y banderas en un día de pocas manifestaciones en las calles.

Durante su discurso, la presidenta trató de defender su biografía política y evitar ser juzgada por un crimen que ella cree no haber cometido. Rousseff, que confesó sentir «el gusto amargo y áspero de la injusticia» en este juicio político, culpó a la crisis internacional por los problemas que tuvo en su gobierno y dijo que lo que está sucediendo en Brasil es «un golpe de estado orquestado por las élites brasileñas», que fue impulsado como una venganza del expresidente de la Cámara, Eduardo Cunha (PMDB).

La presidenta sostuvo que las acusaciones eran «pretextos» para imponer políticas que «atentarán contra los derechos sociales» que los brasileños «conquistaron» desde 2003, cuando Lula llegó al poder. «Vengo a mirar directamente a los ojos de sus excelencias -subrayó- y a decir con la serenidad de quien nada tiene que ocultar que no cometí ningún delito».

El impacto del discurso fue grande, aunque no parece suficiente. El senador Jorge Viana (PT), en declaraciones a los periodistas durante un receso, consideró la posibilidad de que algunos de los votos de los senadores, asustados ante la palabra golpe, cambiaran. Mientras, José Guimarães, dirigente del PT en la Cámara, destacó que la presidenta habló con el corazón y colocó a la democracia por encima de todo durante su discurso. «No lucho por mi mandato, vanidad o apego al poder. Lucho por la democracia, la verdad y la justicia», afirmó Rousseff durante su comparecencia. A lo que añadió lapidariamente: «Solo temo por la muerte de la democracia».

Según la presidenta, el Gobierno de Michel Temer (PMDB) es golpista e ilegítimo. Y sostuvo que sólo el pueblo puede elegir a sus representantes. «Creo sinceramente que si hubiera una decisión que autorice mi destitución sin que se haya comprobado un crimen, estaremos frente a un golpe de estado y frente a una elección indirecta».

Desmontando el golpe

En el bando contra Rousseff, se presentaron, sin embargo, muchos argumentos para descalificar el discurso de la mandatario. El principal se relaciona con el hecho de que no hay un golpe de estado en una situación en la que el presidente de la Suprema Corte juzga un proceso legal en el Parlamento. El otro es que el presidente interino Temer también fue elegido como vicepresidente junto con Rousseff.

El senador Aloysio Nunes Ferreira (PSDB), del principal partido de oposición a Rousseff, desestimó el argumento del golpe, diciendo a la presidente durante la sesión en el Senado que, él mismo, así como varios colegas de su generación también vivieron el período del golpe militar, lucharon contra la dictadura y saben muy bien que esta situación dramática no puede considerarse de la misma manera. Nunes Ferreira también dijo que la destitución de la presidente servirá de ejemplo para que los futuros líderes tengan más responsabilidades con los recursos financieros del Estado.

Hasta ahora, 53 senadores se han manifestado públicamente a favor de la destituición de la presidenta. Se necesitan 54 de los 83 votos del Senado. El presidente del Senado, Renan Calheiros (PMDB), antiguo aliado de Rousseff, cambió de opinión complicando aún más la situación.

En caso de derrota, dijo Rousseff durante la sesión, no se dará por vencida. «Si me consideran culpable sin haber probado el delito, será un rotundo golpe, un golpe integral», declaró Rousseff, quien reiteró que si no ha apelado aún ante la Corte Suprema, ha sido por «respeto al Senado» y por su «confianza en la Justicia». Aunque lo haga, y ha dicho que lo hará, la mandataria tiene pocas posibilidades de revocar la sentencia de la votación, que tendrá lugar hoy.

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