Las protestas de Hong Kong apuntan ahora a China

En plena escalada contra el Gobierno, una nueva manifestación acaba este domingo ante el criticado tren de alta velocidad

Agentes de Policía rodean a un grupo de manifestantes en Hong Kong AFP
Pablo M. Díez

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Hong Kong lleva un mes sumido en su mayor crisis política desde su devolución a China hace 22 años. Desde la primera gran manifestación del 9 de junio, que congregó a un millón de personas según los organizadores y a 240.000 a tenor de la Policía, la antigua colonia británica vive sus protestas más multitudinarias.

Rebelándose contra la ley de extradición a China, que temen les hará perder sus libertades, los hongkoneses asediaron el Parlamento local el 12 de junio para impedir su debate y el 16 protagonizaron otra marcha aún mayor, que reunió a casi dos millones según la organización y 338.000 para la Policía. Desde entonces, lo han intentado todo para anular este polémico proyecto de ley, pero el Gobierno solo lo ha suspendido. Movilizándose en masa, ha habido desde concentraciones festivas para pedir ayuda al G-20 antes de su cumbre de la semana pasada en Japón hasta cercos a la comisaría central de Policía y otros edificios oficiales, pasando por la acción más drástica: la ocupación del Parlamento por miles de jóvenes y adolescentes que causaron numerosos destrozos.

Tras las pacíficas manifestaciones de las últimas semanas, cuyo civismo era admirado en el mundo entero, el estallido de la violencia marca un rumbo peligroso en las protestas de Hong Kong. Hartos de que la autoridades no escuchen sus demandas, los jóvenes que lideran la revuelta se han radicalizado y apuntan ya directamente al autoritario régimen de Pekín.

Marcha hasta la estación

Para hoy han convocado otra manifestación en la zona de Kowloon , al otro lado de la bahía, que acabará ante la estación del tren de alta velocidad que comunica con China, muy criticado en Hong Kong por su elevado coste y por haber plantado una aduana en pleno casco urbano, no en la frontera con la vecina ciudad de Shenzhen .

Con esta marcha hasta la estación de Kowloon Oeste, los manifestantes quieren «informar» a los viajeros que lleguen del continente, donde las noticias sobre las protestas son censuradas. Pero la escalada de la tensión hace temer nuevos altercados como los que ocurrieron este sábado en el distrito de Tuen Men, cerca de la frontera con China, y que enfrentaron a la comunidad local que habla cantonés con las « titas bailarinas » que han emigrado del continente, que ocupan las plazas y parques para cantar en mandarín y suponen un incordio para los vecinos. Aunque se trata de un incidente menor, demuestra la olla a presión que es Hong Kong y la brecha entre los manifestantes que reclaman democracia y los inmigrantes internos procedentes de China, que apoyan al régimen del Partido Comunista.

Tras la festiva concentración de madres del viernes , que defendían a los jóvenes que asaltaron el Parlamento, y la emotiva vigilia de anoche por los cuatro suicidios contra la ley de extradición, la marcha de hoy es de alto riesgo. Precisamente, en Kowloon se registraron los enfrentamientos más violentos hace cinco años durante la « Revuelta de los Paraguas », que fracasaron en sus demandas de sufragio universal, pero sembraron la raíz de estas protestas.

Para evitar un fiasco como el de entonces, los manifestantes han cambiado de táctica. En lugar de ocupar durante meses puntos neurálgicos de la ciudad, han adoptado la estrategia de una guerrilla y llevan a cabo «movilizaciones sorpresa» como los asedios a la Policía o la ocupación del Parlamento. Para ello se basan en la máxima filosófica de uno de sus paisanos más ilustres, el maestro de artes marciales Bruce Lee : «Be water» («Sé agua»).

La Bastilla hongkonesa

Ese es el grito de guerra de los jóvenes que participan en esta segunda «Revuelta de los Paraguas». Pero no lo entonan en sus protestas; lo reciben en sus móviles con un emoticono. Y eso les lleva a tomar las calles y ocupar los edificios oficiales. En primera línea del asalto, así lo comprobó este corresponsal el lunes durante la toma del Consejo Legislativo (Legco). Como si fuera La Bastilla de Hong Kong, la multitud rompió durante horas sus puertas y ventanas de cristal blindado hasta invadirlo por la noche.

Ataviados con el uniforme de los manifestantes, compuesto por cascos de albañil amarillos y rojos, máscaras, gafas de plástico y camisetas negras, unos reventaban las entradas con barras de hierro y vallas metálicas mientras otros ayudaban al suministro o, simplemente, animaban. Pero sin saber siquiera si conseguirían su objetivo o si, en caso de lograrlo, se atreverían a invadir el edificio .

Sin un líder visible al frente del asalto, parecía el desahogo de romper cristales por no haber logrado nada con sus manifestaciones pacíficas. «El Gobierno nos fastidia todos los días y he tenido que salir a luchar por lo que queremos. La jefa del Gobierno, Carrie Lam, dijo que nos escucharía y tendría en cuenta nuestras opiniones, pero es todo mentira. Solo queremos que retire totalmente la ley de extradición, porque Hong Kong no es China», se quejaba una joven que, con la cara cubierta, se identificaba como la señorita Yu.

Tras entrar finalmente en el Parlamento y causar cuantiosos destrozos, los jóvenes lo abandonaron mientras los antidisturbios, que no habían hecho nada para impedir el asalto, los dispersaban rápidamente con unos cuantos cartuchos de gases lacrimógenos . En medio del caos, la Policía se pasó dos días buscando huellas y hasta ADN para identificar a los asaltantes. Entre los daños que causaron en puertas, ventanas, pantallas de televisión, cuadros, taquillas, cámaras de seguridad y mobiliario, dejaron barras de hierro, vallas, cascos, gafas de plástico, mascarillas y guantes, recogidos por la Policía y trasladados a los laboratorios forenses. De su análisis se encarga la Oficina del Crimen Organizado y las Triadas, el cuerpo de élite especializado en la lucha contra las mafias y el terrorismo.

Ya hay un detenido, un viejo conocido de la Policía apodado el «Pintor de Mong Kok» que estaba al frente de todas las protestas. Pero hoy podría haber más si vuelve a estallar la violencia de una protesta que ya apunta a China.

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